Tuesday, December 12, 2006

Lo que dejaron en mi puerta en Clayton (Ciudad del Saber):

Saturday, December 09, 2006

¿Qué hago yo aquí?


Un día bueno:

Nos levantamos a las 6. Desayuno, preparamos las cosas y arrancamos el quad (sí, quien me iba a decir que acabaría convertido en un quad-trero). Visitamos los puntos mas altos del mapa para tomar señal. Señal estupenda. Triangulamos. Hay un camino maravilloso para acceder a la zona. Encontramos al águila. Está bien, y comiendo una presa que ha cazado. Si no tiene presa y no tenemos constancia de que haya comido, buscamos una rama horizontal, lanzamos una plomada con un sedal utilizando un tirachinas, bajamos la plomada, atamos un cordel, recogemos el cordel para que pase por la rama, atamos unas ratas (en número variable entre 1 y 5, según el tiempo que haya pasado sin comer) y las izamos a la rama, dejándolas atadas firmemente. Volvemos a casa, baño en el río y preparamos la comida (si el día es bueno consistirá en un delicioso plato a base de patatas). Si el día es muy bueno, un jaguar pasará por delante de la cabaña, nos sacaremos fotos con él. También sirve un ocelote, un tigrillo, un margay, un jaguarundi, un tamandúa, un coendú, un perezoso, un cocodrilo, una boa, una garza sol, un halcón reidor, una mariposa de alas de cristal, una mariposa morpho, un saltamontes hoja, un insecto palo volador, un escorpión, un amplipígido,... vale, cualquier bicho me sirve.

(Foto: yo en el río, demostrando que sigo vivo y con buena salud).


Un día malo (léase normal):

(Foto: yo tratando de arreglar la antena atropellada. Irrecuperable, las varillas deberían estar rectas).

Nos levantamos a las 5 (hay más trabajo y poca gente)

Añadir pequeñas adversidades (verídicas) a elegir en número variable. No son todas las que hay pero sí las más habituales:

Problemas del quad:

-no arranca

-pierde aire por la válvula de la rueda

-pinchazo/s

-reventón

-sin gasolina a mitad de camino

-se le sale la cadena

-se le parte la cadena

-la rueda no ajusta bien y con la vibración rompe los tornillos del eje

-se le atasca la marcha atrás

-árboles en el camino


Problemas de la telemetría

-sin batería

-señal rara

-sin señal cerca del águila

-el cable de la antena ajusta mal

-la antena es atropellada por el quad

-no conseguimos señal en ninguna parte


Problemas preparando el árbol de comida

-se pierden todos los plomos en disparos fallidos o por un agujero de la bolsa

-el sedal se engancha

-poca cuerda

-se engancha en la rama y hay que cortar la cuerda o la rama

-se engancha en el águila (y lo que se cortan son mis testículos)

-el águila muere de un plomazo entre los ojos (reconozco que no ha sucedido nunca pero... casi casi)

-las ratas no suben porque la cuerda roza con algo

-las ratas se caen porque está mal el nudo

-las ratas se caen porque se corta la cuerda

-el águila se lanza a por las ratas mientras las estamos subiendo y se engancha con la cuerda


Problemas de la cabaña

-árboles sobre la cabaña

-se ha terminado el gas y se han descongelado los alimentos de la nevera y el congelador

-no hay botellas de gas de repuesto y no podemos cocinar

-el generador de gasolina no funciona

-el generador de gasolina funciona pero solo en la posición de arranque

-alguien se dejó la válvula abierta y el generador ha perdido toda la gasolina

-el generador solar pita y no es capaz de mantener ni la bombilla con que secamos la telemetría (tiene que estar siempre muy seca)

-no queda agua y el río está revuelto con lo cual no podemos bombear

-no queda agua, el río no está revuelto pero no hay cloro para tratarla

-no quedan bolsas de plástico impermeables

-no quedan pilas para la telemetría

-no queda gasolina

-hay una gotera justo encima de la cama

-no consigo encontrar algo (los duendes de la selva, que me esconden las cosas y me lleva a situaciones irreales, donde un bolígrafo que tengo en la mano desaparece de repente y reaparece semanas más tarde en otra habitación dentro de un libro, etc.)


Otros problemas:

-lluvia interminable

-el águila está en el suelo (esto es muy malo)

-el águila está muerta (evidentemente, esto es peor)

-encontramos el transmisor pero no el águila

-encontramos furtivos armados con escopetas

-picaduras (mosquitos, avispas, tábanos, escorpiones, escolopendras, arañas, serpientes...)

-garrapatas (hasta quinientas en la estación seca, hay que quitártelas con cinta americana, como si te depilaras)

-diarrea (imprevisible y letal)

-torceduras y otras lesiones

-caídas y resbalones con aterrizaje en plantas espinosas, palos afilados recién cortados o serpientes venenosas (afortunadamente fue a 20 cm de la serpiente y no fui yo)

-cortes con el machete

-catarro (te metes en la cama, sudas, te destapas, por la noche pega el viento a través de la mosquitera y ya está)

-el GPS sin batería o no funciona

-se nos olvida cualquiera de los elementos imprescindibles (antena, cable, telemetría, ratas, cuerda, tirachinas...)

-el mapa no cubre la zona

-el mapa se moja

-no hay caminos para ir a la zona y hay que ir monte a través varios kilómetros

-nos perdemos y reaparecemos a mucha distancia

Friday, December 08, 2006

El gatico monillo:

rimera parte de la historia natural y general de las indias, yslas e tierra firme del mar oceano; escripta por el capitan Gonçalo Hernández de Oviedo y Valdés, alcayde de la fortaleza de la ciudad de Sancto Domingo de la ysla Española, y cronista de la sacra, cesárea y catholicas majestades del emperador don Carlos quinto de tal nombre, rey de España, e de la sereníssima e muy poderosa reyna doña Juana su madre nuestros señores. Por cuyo mandado el auctor escrivió las cosas maravillosas que hay en diversas yslas e partes destas indias e imperio de la corona real de castilla, según lo vido e supo en veynte e dos años e más que ha que vive e reside en aquellas partes. La qual historia comiença en el primero descubrimiento destas indias, y se contiene en veynte libros este primero volumen.

CAPITULO LII

En que se tracta de la forma de un gato monillo, la más nueva cosa, o nunca su semejante vista hasta nuestros tiempos. El cual gato en partes era pájaro o ave e cantaba, como un ruiseñor o calandria, muy excelentemente, e con muchas
diferencias en su melodía e cantar.

[...] Yo he tenido por costumbre en estas mis historias, de dar los testigos en aquellas cosas que no he visto e de que otros me han informado; y al propósito de lo que de suso apunté del grifo, ha venido a mi noticia otra cosa que no me es menos maravillosa que los grifos. La cual cuentan que, en la tierra austral del Perú, se ha visto un gatico monillo, destos de las colas luengas, el cual, desde la mitad del cuerpo, con los brazos e cabeza, era todo aquello cubierto de pluma de color parda, e otras mixturas de color; e la mitad deste gato para atrás, todo él, e las piernas e cola, era cubierto de pelo rasito e llano de color bermejo, como leonado claro. Este gato era muy mansito e doméstico, e poco mayor que un palmo. [...]

Algunos quieren decir que este animal debía nascer de adulterio o ayuntamiento de alguna ave con algún gato o gata, como pudiese engendrarse estotra especie que participase de ambos géneros. E yo soy de contrario parescer; y tengo opinión (consideradas algunas cosas que se deben pensar de la desconveniencia del sexo e instrumentos generativos que hay de las aves a tales gatos), que tal animal no nasció de tal adulterio, sino que es especie sobre sí e natural, como lo son por sí los grifos; pues que el maestro de la Natura ha hecho otras mayores obras e maravillas, el cual sea loado e alabado para siempre jamás.



En primer lugar, gracias a todos por los comentarios, realmente son los que le dan algo de color a ésto y son lo que trato de buscar cuando vuelvo de "lo verde" (© V., 2006)
En uno de los comentarios me pedían ciertas averiguaciones sobre la criatura tratada en cuestión... La verdad es que mi primera idea por el único texto que he encontrado en internet y aquí mencionado es que se trate de un mono tití (F. Callithricidae)
Pros: son pequeños (algo más que un palmo, pero pequeños), algunos emiten gorjeos y chillidos que recuerdan a pájaros. El cuerpo... puede recordar al de un gato, supongo que los primeros europeos buscaban similaridades en todas partes, aunque fueran vagas, con animales que ellos conocían. Y el color se aproxima.
Contras: No tienen plumas. Pero bueno, tienen pelos largos que pueden parecer plumas (durante mucho tiempo se pensaba que las pieles de los colobos [otros monos africanos] que vendían los bereberes tenían largas plumas blancas insertadas, y los comerciantes las rasgaban para ver cómo habían sido unidas sin que se notara, pero eran pelos largos y sedosos).

La verdad es que con respecto a los nombres no se lo trabajaron mucho, y lleva lugar a mucha confusión. Todo son gatos, zorros o conejos:

Mamíferos:
F. Dildephidae
Zorra de cuatro ojos ==> opossum de cuatro ojos (apodada cariñosamente "fluffy", visitante nocturno de la cocina)
Zorro pelón ==> zarigüeya
Zorro balsa ==> opossum ribereño
Ratón gris ==> opossum gris
F. Myrmecophagidae
Mono balsa ==> hormiguero sedoso
F. Felidae
Tigre ==> jaguar
F. Mustelidae
Lince ==> comadreja
Gato de agua ==> nutria
Gato cañero ==> otro mustélido
Gato negro ==> tayra (mustélido enorme y negra)
Lobo de gallinero ==> otro mustélido
F. Procyonidae
Gato solo ==> coatí
Gato manglalero ==> mapache de manglar
Gato cañero ==> mapache
F. Agoutidae
Conejo pintado ==> paca
F. Leporidae
Muleto ==> conejo (sí, los conejos no se llaman conejos)

Reptiles:
F. Scincidae
Escorpión ==> Escinco de cola anillada
F. Corytophanidae
Perro pompoto ==> Basilisco de cabeza elegante

Thursday, December 07, 2006

Seguía lloviendo:

En la desvencijada pero funcional cocina, Miguel chupaba otro mate mientras contemplaba la lluvia ensimismado. Había estado lloviendo todo el día, motivo por el cual no puedieron salir a trabajar (faltaba la funda impermeable para la telemetría). Llovía de forma isistente, obstinada, constante, aunque a veces perdía algo de fuerza, una chispa de esperanza que se apagaba bajo las gruesas y pesadas gotas que formaban un tupido cortinaje tras el tejado de chapa.
Recargó el mate de nuevo y chupó de la bombilla. Las gotas de lluvia despintaban poco a poco el mundo, la realidad. Una realidad acenagada de papel mojado y tinta corrida. Su realidad. Lavándose lentamente como quedaba la hierba que bebía tras demasiadas recargas de agua hirviendo. La hierba iba perdiendo su amargor inicial cada vez que vertía el agua, pero ganaba en otros matices, tal vez absorbiendo la esencia de la matera de palosanto, lo que le daba un sabor especial.
Realidad de mate lavado. Hay que cebarla de nuevo. "Sólo faltan unas galletas" -pensó. Y subió a por ellas. Galletas de realidad sabor limón marca El Rey.
Aunque él aún no lo sabía, seguiría lloviendo todo el día. Y toda la noche.
Tras la cena, se quedó a solas recogiendo un poco. Notó un pinchazo en la espalda. Un escarabajo, volando confundido siguiendo la luna llena halógena de 60 watios que colgaba de la cocina había aterrizado en su cuello y se había deslizado por el interior de su camiseta. Lo retiró con cuidado y dejó que volara. Golpeó nuevamente la bombilla y aterrizó cerca, desorientado.
Acabó de recoger y se sentó. Se examinó el pequeño sarpullido de la muñeca (¿alergia, intoxicación alimentaria o picadura indeterminada?) y no pudo resistirse a rascárselo un poco. Lo hizo cuidadosamente, para no hacerse sangre, mientras experimentaba oleadas de voluptuoso placer orgásmico por todo el cuerpo. "Para comer y para rascar, solo es empezar"-pensó. Luego, roció la zona con una loción refrescante para picaduras y se fue a la cama. Una vez más, sueños con telemetrías que no funcionaban, esta vez con una casa encantada y todo. Todo bajo la atenta mirada de una estrellita fosforescente que nunca se olvidaba de recargar con la linterna, silencioso y autoadhesivo guardián de sus sueños.
A la mañana siguiente, seguía lloviendo.
Porque una imagen vale más que mil palabras: respuestas rápidas a preguntas sencillas

1) ¿Por qué sacudir los pantalones por la mañana?
<===
2) ¿Por qué mirar siempre dónde se pone la mano?
<===

3) ¿
Por qué ponerse siempre las botas de goma?
<===


4) ¿Pueden los coatís volar?
===>

5) ¿Qué hacer para no morir achicharrado bajo el intenso sol tropical si te dejaste el gorro en casa?
<===
El blues de la jungla

Great gods of the jungle
-solo de armónica-
Give us some break
-solo de armónica-
You will have your sacrifice
-solo de armónica-
If you please stop the rain
-subidón subidón subidón (de armónica)-

Tal vez porque los dioses de la jungla estaban enfadados por alguna ofensa, o debido a los poderes mágicos de atraer las tormentas de mi armónica (todos los días que la toco llueve, pero estando en la estación húmeda, no me parecía raro) continuó lloviendo durante siete días y siete noches. El río se desbordó y la tierra se volvió inconsistente. Muchos árboles se desplomaron. Al finalizar el séptimo día, regresó la paloma que habíamos enviado y en esta ocasión, traía una ramita de olivo en el pico. El diluvio había acabado.
Habíamos sobrevivido. Ahora nos quedaba la tarea (el deber) de repoblar la tierra. La verdad es que siendo 3 tíos y ninguna mujer va a ser una ardua tarea...
El Refu en la selva:


1) Botas de goma: supuesta protección contra las mordeduras de serpientes (misma pregunta que con los chalecos antibalas... ¿y si te disparan en la cabeza?).
2) Manchas de barro: inevitables. No se quitan, sólo se extienden. Mi ropa jamás volverá a ser la misma, la selva quedará grabada para siempre como un estigma imborrable (hasta que mi madre la incinere). Afortunadamente tengo ropa de sobra para mantenerme limpio y aseado en la ciudad (equipaje para 5 meses en la selva: 3 pantalones largos desmontables, 3 camisetas de manga larga y 2 de manga corta).
3) Bandadas mixtas (mixed flockings) de moscas, tábanos y mosquistos, orbitando continuamente en torno a mí, algunos portadores de enfermedades de nombres tan sugerentes y exóticos como leishmaniasis, dengue, fiebre amarilla... que evocan remotos lugares de ensueño.
4) Pequeños arañazos de origen generalmente vegetal o mineral.
5) Camiseta rota de Amazonía (sí, prestada), acabará destrozándose más y convirtiéndose en gorro y luego en pulsera antes de ser hilo y desaparecer.
6) Trapo multicolor para mantener mi precioso y sedosísimo pelo Pantene libre de de enganchones, malezas y parásitos.
7) Barba trenzada para facilitar la escalada de las hormigas hasta mi cara.
8) Líneas ondulantes producidas por el hedor corporal. El olor de la selva... cuando llego a la ciudad y me lavo con agua caliente, tengo que dejar la ropa sucia en otra habitación, pues igual que los balleneros de Moby Dick cuando una vez cada 5 meses utilizaban grasa de ballena para limpiarse a sí mismos y al barco, se vestían con ropa limpia y hablaban de colocar cortinajes en el palo mayor... a la limpieza se acostumbra uno antes que a la suciedad (pero la suciedad se disfruta más).
9) Curiosa prolongación metálica de mi cuerpo, una especie de miembro ortopédico unido a mi mano utilizado para abrir camino donde no lo hay y reducir a virutas los árboles que cada dos por tres caen obstruyendo la carretera. Ha probado ya la sangre de tres personas, incluido yo. Manías de tenerlo afilado.
10) Ojos acechantes.
11) Tronco caído, cortado y empujado a un lado para permitir el tránsito.
12) Brújula, perdida dos veces y reencontrada otras dos, para no perderme en la selva, extraño amuleto magnetizado colgado del cuello. De vez en cuando lo agarro para cerciorarme de que sigue allí, acto incosciente como los que necesitan el reconfortante tacto de una medalla o de uina cruz en los momentos difíciles.

Avispas tropicales, ¡qué cagada!

Cientos de aguijones unidos a una potente glándula venenosa lista para bombear ácido de batería, el fuego líquido directamente a la sangre. Una mente enjambre de cientos de individuos. Todo por la colonia. Todo por el avispero. Una caja de Pandora hecha de pasta de papel, esférica, y con una única abertura, un ojo negro y vacío siempre vigilante. El ojo de Ygramul el múltiple.

Primero un leve pinchazo, como si me hubiera rozado con una enredadera espinosa, una palmera espinosa, una hierba sierra, un árbol espinoso o cualquiera de los innumerables vegetales que pinchan y cortan. Luego, una pequeña quemazón. Bajé la vista. Unas diez avispas tropicales se habían posado en mis brazos y me los aguijoneaban furiosamente. Alguien había golpeado accidentalmente el nido y despertado al monstruo.

Comencé a matarlas con el machete (que por suerte, estaba en la funda), y a correr todo lo que podía. El leve quemazón se convirtió al poco en el mismísimo fuego del infierno, la sangre brotaba de las picaduras palpitantes, mientras la glándula del veneno quedaba colgando (extraño, nunca había visto avispas que dejaran la glándula unida al aguijón) junto a su propietaria aplastada. Comenzaron a seguirme. Al poco tiempo, corriendo colina abajo, mis pies tocaban el suelo con cada vez menos frecuencia y llegó un momento en que comencé a volar literalmente a través de la selva, a través de espinas y troncos, sin herirme con ninguno, propulsado a gran velocidad por el miedo y el complejo de Peter Pan (me había leído el libro hacía un mes y algo se me había pegado).
Tomé tierra. Traté de calmarme. Miré colina arriba. Al instante, dos resplandores amarillos entre las hojas. Venían a por mí. Remonté el vuelo.
Cuando aterricé nuevamente, estaba temblando por el esfuerzo. Las avispas se habían ido. Estaba a salvo.

Me tranquilicé. Respiré. Retiré los aguijones. Conté las picaduras. Al principio me parecieron solo ocho, luego en la cabaña pude contar más.
Al principio me sentía bien, algo nervioso y agotado. Mis brazos empezaron a hincharse. Empecé a tener picores. Por las picaduras cada vez más hinchadas y blancas, brotaba una gota de sangre. Me tomé los antihistamínicos y esperé un poco. A pesar del fuego y los picores, no había nada de que preocuparse. Bromeé con M. (que me había visto correr con el machete y pensaba que me había ensartado cuan pincho moruno). Le dije que veía la luz al final del túnel, y que le dijera a mi novia que la quería. No le hizo mucha gracia, estaba preocupada. Pero fue cuando se preocupó de verdad cuando dejé de hacer bromas. Cuando comencé a caminar cada vez más lentamente y casi sin hablar. Experimentaba un cansancio extremo, mis piernas pesaban toneladas y hacía falta un gran esfuerzo y más aún voluntad para moverlas (colina arriba en este caso). Llegó la náusea. Ganas de vomitar y mareos. Mi conciencia bajó algunos puntos, como justo después de despertarme. Me planté si era alérgico, con tantas especies en el trópico, se podía ser alérgico a unas sí y a otras no (como los pimientos del padrón, unos matan y otros non). Al final, abluciones rituales en el río (no se llama Aguasalud por nada), mi piel a manchas rosas y blancas (efecto fresa y nata), picores e hinchazón durante un par de días. Y durante una semana, un horror inexplicable al color amarillo caramelo, un respingo cada vez que algún insecto me tocaba, temblores al oir el más leve zumbido. ¿Y después? Pues a todo se acostumbra uno. Por suerte estas eran las avispas M, las hay también P, L y XL. Hay unos abejorros que son XXL pero no hacen colonias.

Avispas 1 - Miguel 0.

Wednesday, November 15, 2006


¿Existen las Arpías (o piolines neotropicales)?


La verdad es que todavía no había puesto ninguna foto de las águilas en cuestión. Parecerá raro, trabajando con ellas, pero bueno, la cámara no es muy buena... He aquí una breve muestra como prueba de su existencia. Algunas notas sobre su biología:

Son carnívoras (sí, lo habíais adivinado), cazan de todo un poco: oposums, perezosos, coatís, iguanas, monos, armadillos, otras aves, voluntarios pequeños... todo lo que se mueva (bueno, los perezosos no se mueven mucho, pero lo suficiente).

Las hembras son más grandes que los machos, llegando a medir un metro de altura y dos de envergadura, pesando siete kilos y medio de media (excepcionalmente nueve y en una ocasión, doce y medio). Los machos, son algo más pequeños (cuatro kilos y medio), y sus tarsos se pueden agarrar con una sola mano. En el caso de las hembras, no. Tienen unos tarsos como mi muñeca, así que para inmovilizarlas se sujeta cada pata con una mano. Se puede notar la terrorífica fuerza de los tendones bajo la piel escamosa y amarillenta... no tiene precio (pero esta es otra historia que deberá ser contada en otro momento). Las garras, afiladísimas, atraviesan la carne como si fuera mantequilla.

Suelen ser bastante longevas, pudiendo llegar a los sesenta años. Ponen un único huevo cada dos a tres años. El pollo (vale, juvenil), comienza a volar a los seis meses pero sigue siendo alimentado por los padres de seis a diez meses más.

Y algunas curiosidades sacadas de la wikipedia (cada cual que se las crea o no):

Pueden desarrollar 42 kgf/cm2 (o sea, mucha pupa), y levantar hasta tres cuartos de su peso corporal.

Es el ave en el que los dibujantes se basaron para dibujar a Fawkes, el fénix de Harry Potter y la cámara secreta (qué cosas).

Y a demás, es el ave nacional de Panamá, y figura en el escudo de armas.


Y como bonificación especial para rellenar espacio, algunos retazos de leyendas indígenas sobre las águilas arpías:

1) Se llevan a los niños. Parece perfectamente posible, incluso les deben parecer monos o perezosos, sin embargo no ha habido ningún caso registrado, al contrario que en África, donde se han encontrado huesos humanos (sí, los niños también son humanos, casi los podríamos considerar personas) en algunos nidos de Polemaetus bellicosus, otra especie algo más grande pero más estilizada.
2) Se llevan a los adultos (esto parece algo mas dudoso).
3) Ocultan el sol con sus alas y se llevan casas a las cuevas donde viven para devorar a sus habitantes (bueno, solo decir que no viven en cuevas)
4) Hace tiempo, cuando había más águilas, la gente siempre que salía de casa tenía que llevar puesto un gran sombrero de paja, y había que ir corriendo sujetando el sombrero, pues las arpías se abalanzaban sobre la gente con sus garras. El sombrero era una medida de protección, pero si conseguían quitártelo, al segundo ataque te aplastarían la cabeza (a T. un águila le dio "levemente" con las garras cerradas en la cabeza y la tiró al suelo del impacto. Sólo le estaba pidiendo comida, como haría con sus progenitores). Con lo cual en esos tiempos la gente salía poco (por la noche las arpías duermen, pero salen los jaguares).

Monday, November 13, 2006

Algo de quiromancia:

Según la RAE, "supuesta adivinación de lo concerniente a una persona por las rayas de sus manos".
Me pregunto, ¿qué se puede adivinar de las rayas de mis manos? (ya sé que se ven mal los números).

1.- Amputación de la yema del dedo por mi madre, mientras me enseñaba a cortar turrón. Imposibilidad de reimplantación (el médico tiró el pedacito a la basura sin ninguna consideración). Tres puntos y dolorosas curas. Madre no hay más que una (porque si hubiera dos, ya estaría muerto). Ponferrada, 1995?.
2.- "Arrancamiento de la base de la cabeza de la falange". Música celta, tiendas de campaña y playa todo el día y toda la noche. Mi dedo se movía más de lo normal. Desde el puesto de la cruz roja en la playa, seguí un "si-se-te-pone-peor-vete-a..." pasando por todos los niveles de la jerarquía médica, urgencias inclusive, hasta llegar al médico de cabecera. Ortigueira, 2004.
3.- Noche de San Juan, haciendo leña con un cuchillo de cocina (se mascaba la tragedia). Noche de saltar hogueras (hechas en parrillas si el suelo está muy húmedo como era el caso). Perdí la harmónica, pero la volví a encontrar. Amsterdam, 2005.
4.- Mañana de reyes. En el resto de la península Sus Majestades Los Reyes Magos de Oriente traen regalos a los niños que han sido buenos. En el Bierzo, los despeñan. Extracción quirúrgica de un cuerpo extraño incrustado e indeterminado. Es-Morredero, 2006.
5.- Callo del escritor, de aquel que a pesar de escribir en un blog y tener mucho que hacer, también escribe con lápiz y papel a su señora novia todos los días y de forma devotísima.
6.- Jamás uses tu dedo como tabla de cortar embutido. Excursión con S. por la nieve sin venir a cuento de nada. Interesante contraste rojo vivo sobre el prístino manto blanco. Ceguera, despellejamiento en las piernas por las bolas de hielo que formaban mis pantalones. Hablamos con un hombre que tenía las orejas "desabrochadas". Dos puntos cinco horas después. Mereció la pena. 2003.
7.- (No se ve bien) Dos leves cortes seriados atravesando un poco la uña, producto de afilar obsesivamente el machete hasta dejarlo como un bisturí, 2006. No creo que quede cicatriz, pero me pareció mencionable por el punto siguiente.
8.- Cortar siguiendo la línea de puntos. Es mi próximo proyecto, intentando imitar a T. cuando se cortó al sacar el afiladísmo machete de la funda (ver 6.-). La funda se está rompiendo....

Saturday, November 11, 2006

Uno de esos días

Hoy es uno de esos días. Sí, esos días. Hemos acabado antes de tiempo, y tenemos todo el día por delante. Hace bueno. El tiempo pasa más lento. Casi puede escucharse el sonido del Sol sobre las piedras.
Al principio, me acerqué valientemente afuera para leer, pero la nube que me protegía se retiró de pronto, dejando que el sol me abrasara los ojos, una claridad súbita y cruel que me hizo retroceder hacia la cocina, como un cangrejo ermitaño al interior de su concha, como cualquier alimaña a esconderse bajo las piedras, totalmente deslumbrado.
Hoy es uno de esos días, sin nada que hacer. La siesta (hay que mantener las tradiciones) en la hamaca me ha dejado una horrible sensación de pesadez en la cabeza, una sensación tan arraigada que ni la corriente del río pudo llevársela. Cuando me desperté, no puede evitar encontrar, con esas extraña lucidez propia de los dormidos, un clarísimo símil entre la hamaca y una pegajosa telaraña, de la que es imposible desprenderse, envolviéndome cada vez más en su red.
Invulnerable al letargo que todo lo invadía, el colibrí (Thalurania colombica), saeta incansable, joya multifacética e iridiscente rasgando el aire, pequeño dios del vuelo estacionario, cruzó ante mí para acudir al bebedero. Mi mente aún dormida tuvo una idea. Sí había algo que hacer...

Estábamos esa semana solo tres personas en la cabaña. M., norteamericana, que devoraba otro libro (creo que ya lleva ocho) tranquilamente en el piso de arriba y no quiso participar de nuestro descabellado experimento, T., madrileña, curtida mujer de la jungla preparada para todo, amazona postmoderna y Juana de Arco en general, y yo.

Teníamos témperas. Teníamos pinceles. Teníamos sirope. Teníamos t
iempo. Teníamos un machete. Y teníamos un plan.

Tras algunos ensayos, diversas criaturas del día a día en la jungla pintadas sobre nuestra piel, pasamos al plan maestro: pintarnos sendas flores en el ombligo, llenarlo de sirope y esperar a que los colibríes vinieran a libar de él.
Venciendo el miedo inicial a ser atra
vesados por el afiladísimo pico del diminuto pájaro, semejante a una aguja atada a un cohete a reacción, nos sentamos al sol a esperar. Sin embargo, había un pequeño problema, los colibríes acudían al bebedero, sin prestarnos ninguna atención. Decidimos retirarlo y para nuestra sorpresa, seguían acudiendo al lugar, buscando la dulce fuente de néctar y ambrosía producido y envasado en E.E.U.U. por Aunt Jemima Syrup marca registrada, minúsculos y errantes toxicómanos del azúcar caramelizado. Tal vez estuvieran demasiado acostumbrados. Tal vez ya no puedan sobrevivir sin él.
F
inalmente, la solución fue colocarnos el bebedero directamente encima, y esperar. En varios minutos, el zumbido de un batir de alas 80 veces por segundo, un resplandor violeta y verde, dos ojillos negros mirándome desde una posición estática en el aire. Tras unos segundos libando del sirope, desapareció de nuevo, tan pronto como llegó.
Pequeños momentos irrepetibles:

Una hoja cayendo en la carretera. Cayó describiendo una trayectoria rectilíea perfecta, planeando sorprendentemente como si hubiera sido diseñada para ese propósito, con el largo peciolo hacia abajo y el amplio limbo a modo de alas. Ya que en la selva cualquier cosa es posible, la examiné, intrigado, por si realmente esa era su función (conozco diversos métodos de dispersión de semillas, pero nunca había oído hablar de dispersión de hojas). Las hormigas habían construido delgado nido en torno al peciolo que constituía el contrapeso perfecto para equilibrar la caída. Traté de lanzarla al aire, intentando imitar la proeza, sin embargo, pero fue imposible.

Tras un gran chaparrón (otro), algo brillaba en la selva, con llamativos destellos multicolores. Parecía una luciérnaga, una luz extraña cambiando constantemente de color. Ahora azul, ahora rojo, ahora verde, ahora amarillo. Estaba fascinado por aquella maravilla, que no dejaba de brillar. Cuando cambiaba de posición, el brillo multicolor desaparecía. Era una gota, una simple gota de agua que resbalaba por una hoja y caía a la siguiente, que estaba muy próxima. En el momento del contacto, el sol pasaba a su través descomponiendo la luz en un arcoiris, y a cada nueva gota, levemente disitinta a la anterior en posición y tamaño, mis ojos recibían un color distinto.

Era por la mañana, temprano, cuando recogía la mochila colgada en el oscuro cuarto donde guardamos las herramientas, hogar de reptiles y tarántulas. Al cogerla, algo saltó de ella y me golpeó la cara, noté su presencia fría y húmeda justo en el centro de mis labios, de donde salió rebotada hacia el suelo. Tras manotear unos instantes en el aire, sobresaltado (era porque estaba dormido, no porque tuviera miedo...), examiné con la linterna a la criatura que me había atacado. Era una rana, ¡una rana!, y me había robado un beso.


Friday, November 10, 2006

La ciudad y sus criaturas: La hija de George W. El Arbusto

Efectivamente, soy vecino de la hija de Bush en esta burbuja de Estados Unidos en Panamá. Trataré de seducirla para casarme con ella y obtener el control mundial. Es así como se consigue, ¿no? En Europa los príncipes se casan con periodistas y éstas heredan reinos, por qué no un biólogo va a poder casarse con... ¿cuál es la palabra equivalente a princesa en un país sin monarquía? Bueno, con la hija del presidente y heredar la presidentía. Sólo tengo que averiguar quién de las dos chicas del periódico es... luego solo necesito vestirme con colores brillantes y empezar a usar desodorante (y quitarme alguna costumbre poco civilizada que estoy adquiriendo en la selva, como rascarme las picaduras, hacer mis necesidades en cualquier parte menos en la letrina del terror, solucionar los problemas a golpe de machete...)
Lo que dejamos atrás (de brumas y melancolías)

Esas brumas de los montes son para mí un recuerdo indeleble. Otras cosas se me han olvidado: odios y cariños, favores y deprecios, han pasado a través de mí sin dejar una huella. Esas brumas, en cambio, anegaron mi alma para siempre. Ya no salen de ella, ya no saldrán jamás. -Pedro Salinas, Peñas Arriba.
El otro día pensé cómo seguría todo por esas tierras, otras latitudes, otras longitudes. Es otoño en la península. Hojas secas. Empieza el viento y el frío. Los bosques se desacen en un estallido de colores flamígeros, amarillos y rojos increíbles. El sol ya no calienta. Puede que ya haya nieve en la montaña de enfrente de mi casa (el es-morredero). En estos días, me solía invadir una extraña tristeza, esa melancolía otoñal y pasajera, arrastrada por el mismo viento que se lleva las hojas, que no se si nace del síndrome post-vacacional, o de la falta de luz, o simplemente la sensación rutinaria de otro año que termina, sin que nada haya cambiado. El sol de otoño, sin fuerza ya para calentar aunque las nubes no lo cubran. Y a pesar de los colores de las hojas, leves pinceladas de color en un mundo cada vez más gris, me anegaba la melancolía. Una tristeza dulce, que me hacía mirar ensoñadamente a través de la ventana. Sí, en esta época, solía mirar por la ventana más de lo habitual, contemplando el mundo apagándose, con la sensación de estar en una vida que se deshace en migajas, legajos de felicidad pasajera que en estas fechas se hace más patente. Si ahora estuviera allí, vería pasar la vida a través de mi reflejo en la ventana, una vida siguiendo un camino perfectamente marcado, una autopista de ocho carriles que lleva directamente a la tumba a toda velocidad, pero de forma tranquila y sin sobresaltos, como mirando el paissaje desde el parabrisas sin detenerse un instante. La vida como película y no como colección de fotografías. Dejándome arrastrar por la coriente de la rutina, absorbiendo el tedio del sofá y la mantita. Un círculo vicioso de apatía. Y daría vueltas por la casa, como un animal enjaulado. Encendería el ordenador buscando una salida. Miraría la tele sin verla realmente. Y si por un día consigo escapar, salir de la trampa, siempre hay que estar en casa para la cena, el eterno retorno a una realidad que trago sin saborear, insípida realidad poco hecha del adocenamiento, amancebamiento y domesticidad (del latín domus, casa). Soñando del otro lado del cristal con otros lugares más allá de las montañas, soñando con un día en que no vuelva para la cena. Soñando. Si estuviera en mi casa en Ponferrada, tras la ventana me mirarían implacables las cumbres (acaso nevadas por estas fechas), despiadados crestones donde despeñarse el día de reyes. Curioso regalo, seguir viviendo, vivir en un tiempo que no me corresponde, vivir por los pelos, vivir de prestado. Vivir debiendo estas horas a una serie de afortunadas casualidades. Muchas veces lo pienso, ¿qué hubiera cambiado? Posiblemente nada. El mundo seguiría girando impulsado por la estupidez humana hacia su propia destrucción. Gran hermano volvería a ser noticia. Acaso alguien me lloraría (mucho más de lo que me gustaría). Algunos me echarían de menos. A otros, sería una noticia más de las que te dejan indiferente, o que te hacen pensar en la insoportable levedad del ser. ¿Y luego? El olvido, el vacío, la nada. El tiempo todo lo cura, c'est la vie. A veces pienso que cuanta menos huella deje, menos dolor quedará atrás, mejor será para todos. Desaparecer simplemente, como la Nada de la Historia Interminable, un vacío que hacía daño a la vista porque realmente no había nada a lo que mirar, al que se veían arrastradas todas las criaturas de Fantasía. Donde esté una priedra solitaria / sin inscripción alguna / donde habite el olvido / esa será mi tumba, que decía Gustavo. Y aparte de esto, el Samsara, el juego de los hombres niños en el que Siddarta estuvo atrapado la mayor parte de su vida, la rutina continúa, autopista de peaje hacia el fin, una rueda que gira año tras año pero no avanza. Otro año más, un poco menos jóven, un poco más muerto.
Sin embargo, desde este reducto neotropical, las cosas se ven de otra manera. Por primera vez, tengo la impresión de haberme salido del círculo, de haber dejado por un tiempo la autopista para ir por pistas de tierra y barro, senderos intransitables por los que es mejor no pasar si se quiere llegar rápido al destino. Aunque aquí también hay una rutina, pero el tiempo pasa de otra forma, el mundo no se ve a través de una ventana (de hecho, no hay ventanas, hay mosquiteras), del griego bios, vida, biología, biodiversidad, aquí hay más que en cualquier parte. Toda la selva es un estallido, vibrante, palpitante. El ritmo de la selva, no se ve pero se siente, latidos silenciosos, un gran orgasmo planetario, como si la tierra se hiciera el amor así misma y todas las criaturas bailaran al unísono. El fluir, fluir de los ríos, de la savia, de la sangre, de las vidas, constante pulso de energía, única respiración del gran tapiz de la vida. Aullidos en la noche primordial, reflejos en el agua, el cielo derramándose sobre la tierra. Las polillas inmolándose en la llama, los gusanos del monstruo retorciéndose en la letrina del terror, los murciélagos, los fogonazos de las luciérnagas, el infatigable colibrí, las arañas, los coatíes, incluso los prerezosos (más lentamente) todo sigue la misma pulsión viva y caliente, vida y muerte en la selva, un ritmo frenético, un jazz invisible y salvaje, como el vaho de carne cruda.
Pero como decía al principio, todo tiene un precio: lo que dejamos atrás. Este extraño síndrome de Ulises que me ataca de vez en cuando, me hace dejar atrás más ausencia de la que imagino y más de la que me gustaría. Jamás imaginé que alguien me podría querer tanto, y eso me llena de remordimiento. Dejo una abnegada Penélope, tejiendo y destejiendo el tapiz de su propia soledad, una dulce Eurídice esperando el el Hades de mi ausencia a que su Orfeo baje a rescatarla. ¿Dónde está tu Ulises, dónde tu Orfeo? Se han ido lejos, a perseguir a las Arpías, esos monstruos emplumados de rostro y pechos de mujer, devorarores de carne humana. Volverán en Febrero.
Soy el rey lagarto, yo parto y reparto (una de reptiles)

Realmente es un Gecko, pero no encontré nada que rimara. Concretamente es un gecko casero tropical (Hemidactylus frenatus), asociado a edificios y con patrones de coloración variables acordes con la fachada del edificio en cuestión. Pupilas verticales y piel rosada, con escamas diminutas, lo que le dan la apariencia de estar desnudo o deshollado... Por la tarde cantan con una especie de croaquido gutural fácil de imitar.

Hembra cría de Basiliscus basiliscus (¡toma ya!) Extremadamente delgado, corría muy rápido y a dos patas. Los he visto más grandes y con mas crestas, pero corren más y son casi imposibles de fotogafiar (y menos con mi cámara). Van por encima del agua sin ningún problema. También bucean y se agarran a las piedras del fondo. Y trepan, y saltan. Solo les falta volar. Tiempo al tiempo. Por cierto, aquí todo salta y camina sobre el agua, puedes ver como una hormiguita camina por una hoja hasta llegar al extremo de una hoja, mira hacia abajo, encoge las patitas y salta, continuando tranquilamente. Las arañas son prácticamente insumergibles (sobre todo las arañas balsa, próximamente en la siguiente entrega), los peces salen fuera del agua y los insectos palo vuelan y escupen.


Corytophanes cristatus, el basilisco de cabeza elegate (traducción literal del nombre en inglés). Otro que también corre a dos patas. De hecho, creo que es la única criatura que corre hacia el depredador, tratando de atemorizarme. Solo decir que una persona que lleva dos meses en la selva y porta un machete de medio metro no le tiene miedo a nada, ya estoy curtido (sí, chillé como una niña). Cuando se quedaba quieto no se diferenciaba de las hojas secas y también odiaba mi cámara de fotos e intentaba morderla (yo solo he intentado tirarla por un barranco, en un arrebato de frustración). A pesar de su aspecto de esfinge, no me planteo ningún acertijo, aunque me dio la impresión de que cambiaba levemente de color, pero pudo ser cuestión de la luz.


Y por fin un lagarto de los normales, Teiidae, Ameiva leptophrys (creo). Este en concreto, es hijo de Tifón y la Equidna. Fue criado por Hera bajo un plátano cerca de la fuente de Amimone en Lerna. Se decía que era hermano del León de Nemea y que por ello buscaba venganza por la muerte de éste a manos de Hércules. Fue por esto elegido como uno de los doce trabajos de Hércules, para que este muriera. Y el pobre Hércules se enfrento sólo a él, pero descubrió que cuando le cortaba la cola (su unico punto débil), dos ocupaban su lugar. Y mientras se planteaba como superar el dilema, golpeó accidentalmente un avispero, y le picaron las avispas tropicales. Pero no murió aunque dolía, sin embargo, se vio forzado a huir precipitadamente, tan precipitadamente que no vio una serpiente venenosa enroscada en la base de un árbol, que le mordió el calcañal. Asustado, trato de retroceder resbalanto por una colina y cayéndose por un barranco. Pero tampoco murió. Había una palmera espinosa que amortiguó dolorasemente su caída. Pero en el río, había algunos cocodrilos. Cuando se deshizo de ellos con las pocas fuerzas que le quedaban, pisó una rana veneno de flecha, de brillantes colores y toxinas letales. Pero antes de que el veneno actuara, un águila arpía (cada vez pienso que el nombre está muy bien puesto) le destrozó la garganta. Casi sin poder respirar, se sentó abandonado por las fuerzas a esperar la muerte, con tan mala suerte que lo hizo en un hormiguero de hormigas tigre, que lo hicieron retorcerse de dolor y escapar del lugar, con tan mala suerte que... un momento, pero ¿de qué murió al final? ¿Al final? Tuvieron que abatirlo a tiros.

Thursday, October 12, 2006

Cae la noche en la selva:


Cae la noche en la selva. Es la hora de los perdidos, cuando salen las serpientes. Cuando el monstruo de la letrina emerge del inframundo y toma forma para cazar en la espesura o por los caminos solitarios. Comienza la orquesta nocturna, con su coro de ranas e insectos, del que despuntan algunas aves y la aguda y melancólica llamada del mono lechuza, otorgando un aire sobrenatural a la selva. Y por debajo de todo eso, el eterno fluir del río y sus mil voces, un mantra de la selva formado por risas, lamentos, cantos y rugidos que, como Siddarta aprendió con el barquero Vasudeva (según Herman Hesse) se resumían todas en "Om" cuando no atamos nuestra alma a ningún sentimiento concreto, la expresión de la perfección, la unidad, la voz de todas las voces, la expresión del todo. Y por todas partes, intermitentes llamaradas verdosas, mágicas fosforescencias en la noche primitiva, luces misteriosas brillando por doquier: luciérnagas, con fogonazos equivalentes a encender un mechero en la oscuridad. Es la hora de los perdidos, cuando salen las serpientes. Al iluminar con la linterna al suelo se distinguen miles de diminutos ojos verdosos en la hojarasca, observando acechantes. Centenares de arañas y amblipígidos se pasean en busca de presas. Adentrándonos un poco en la selva descubrimos un mundo de anfibios, parduscas ranas y sapillos saltan y se camuflan entre las hojas secas. En alguna ocasión, un murciélago pasa volando cerca. Una corriente de aire y un fuerte aleteo membranoso a escasos centímetros de la cara.
Hay que
tener cuidado con las orillas de los ríos, es donde las serpientes esperan a sus presas. No mi querida Oropel, sino otras menos delicadas y más toscas, parduscas cazadoras de la hojarasca como la terciopelo (Bothrops asper) y la verrugosa (Lachesis stenophrys), ambas excediendo los dos metros y la última también los tres. Pero estas no son las más divertidas, hay víboras saltadoras (y saltan a morder) e incluso una serpiente que es muy territorial (no tengo claro cual es todavía) que te persigue y todo.
Quiero té

A veces casi todo sabe a casi nada.
Pero nada sabe como tomar té.
Y cuanto más té tomo,
más té q
uiero
y más té necesito,
y más té habré hecho.
La selva y sus criaturas: La víbora más coqueta: Oropel (Bothriechis schlegelii)

Llamada también víbora de pestañas, está disponible en tres colores: amarillo oro, verde selva y marrón tronco de palmera, para que haga juego siempre con la vegetación del entorno. El ejemplar de la foto es un juvenil de no más de 30 cm, pero los adultos llegan a medir un metro. Es arborícola, se alimenta de sapos, lagartijas y pequeñas aves y mamíferos.
Su veneno es mortal si no se recibe atención médica, lo que la convierte en una auténtica femme fatale*. Si tuviera que elegir un ofidio con el que suicidarme como Cleopatra, la eligiría a ella, aunque no pueda parpadear sus pestañas la hacen irresistible, tan graciosa y pequeña.
Los accidentes pueden ocurrir porque se halla habitualmente sobre hojas y ramas, por lo que las botas de goma que llevamos no nos protegen contra ella (la mayoría de las picaduras se dan en la parte media del cuerpo). Su coloración críptica la hace prácticamente indistinguible del entorno, y a pesar de no ser agresiva, puede ser fácilmente confundida con una rama. Sin embargo, no es muy frecuente (¿o no es muy frecuente verla?).
Tengo que reconocer con orgullo que las fotos son mías, no porque sea un megalómano arrogante (que los que me conocéis sabéis que sí lo soy), sino porque la cámara digital que me llevé es lo más parecido a una desechable que he visto nunca, casi todas las fotos han salido movidas o desenfocadas, he tenido que atar la cámara a un palo y poner el temporizador para sacar fotos, y aun así salen mal, creo que sólo un 10% se salva de la quema.

*Definición de wikipedia de femme fatale, sólo por curiosidad: "Una mujer fatal es un personaje tipo, normalmente una villana que usa el maligno poder de la sexualidad para atrapar al desventurado héroe. Es una traducción de la expresión francesa femme fatale, ‘mujer mortífera’. Se la suele representar como sexualmente insaciable. Aunque suele ser malvada, también hay mujeres fatales que en algunas historias hacen de antiheroínas e incluso de heroínas. En la actualidad el arquetipo suele ser visto como un personaje que constantemente cruza la línea entre la bondad y la maldad, actuando sin escrúpulos sea cual sea su lealtad." (la sexualidad tiene poderes malignos... ¡lo sabía!)
La selva

El barro es rojo y muy resbaladizo, un barro primigenio, la sangre misma de la tierra de la que se nutren las catedrales arbóreas que nos flanqueaban, leñosos muros de clorofila a ambos lados del sendero. El camino para llegar al refugio (mal llamado "carretera") serpentea y trepa a través de las colinas de enmarañada vegetación.
Los numerosos puentes son precarias estructuras de madera podrida cubierta de musgos y plantas. El peor de todos es el del río Macho, pues
la mayoría de sus tablas están rotas o sueltas, y a demás están dispuestas a diferentes alturas.
Algunos coatíes caminaban simpáticamente por el márgen del sendero, con su larga cola levantada y su andar pausado. Parecían apenas inmutarse por los desesperados rugidos del motor del todoterreno, luchando por salir de su lodosa prisión utilizando en vano su tracción a las cuatro ruedas. El coche se atascaba continuamente, hundiéndose sin salvación como Ártax en el Pantano de la Tristeza. Afortunadamente, conseguimos rescatarlo una y otra vez.

Sorprendentemente, llegamos. Y más sorprendentemente aún, el coche y su conductor regresaron al día siguiente, realizando esta misma ruta todos los miércoles.

Y para todos aquellos que alguna vez hemos sido Artax:


-Yo te sostendré, Ártax -le dijo al oído-, no dejaré que te hundas.
El caballito relinchó una vez más suavemente.
-No puedes ayudarme, señor. Estoy acabado. Ninguno de los dos sabíamos lo que nos esperaba. Ahora sabemos por qué el Pantano de la Tristeza se llama así. La tristeza me ha hecho tan pesado que me hundo. No hay escapatoria.
-¡Pero si yo también estoy aquí -dijo Atreyu- y no me pasa nada!
-Llevas el Esplendor, señor -respondió Ártax-, y te protege.
-Entonces te colgaré el Signo -balbuceó Atreyu-. Quizá te proteja también.
Quiso ponerle la cadena alrededor del cuello.
-No -resopló el caballito-, no debes hacerlo, señor. El Pentáculo te lo han dado a ti, y no tienes derecho a dárselo a nadie aunque quieras. Tendrás que seguir buscando sin mí.
Atreyu apretó su cara contra la quijada del caballo.
-Ártax... -susurró estranguladamente-. ¡Mi Ártax!
-¿Quieres hacer algo por mí todavía, señor? -preguntó el animal.
Atreyu asintió en silencio.
-Entonces márchate, por favor. No me gustaría que me vieras cuando llegue el último momento. ¿Me harás ese favor?
Atreyu se puso lentamente en pie. La cabeza de su caballo estaba ahora medio sumergida en el agua negra.
-¡Adiós, Atreyu, mi señor! -dijo Ártax-. ¡...Y gracias!
Atreyu apretó los labios. No podía decir nada. Saludó una vez más a Artax con la cabeza y luego se dio media vuelta y se fue.

-Michael Ende, La Historia Interminable

La letrina del terror:


"Tienes miedo de tomar el camino de Moria, ¿verdad?. Porque sabes lo que allí te espera. Los enanos cavaron demasiado profundo y con gran ambición, y sabes muy bien lo que allí encontraron. Las fuerzas que desataron, el mal que allí dormía."


"Es imposible que tales potencias o seres hayan sobrevivido... hayan sobrevivido a una época infinitamente remota donde... la conciencia se manifestaba, quizá, bajo cuerpos y formas que ya hace tiempo se retiraron ante la marea de la ascendiente humanidad... formas de las que sólo la poesía y la leyenda han conservado un fugaz recuerdo con el nombre de dioses, monstruos, seres míticos de toda clase y especie..." Algernon Blackwood


Una sencilla puerta de madera, desgastada por el tiempo y la soledad, una aparentemente humilde entrada para el auténtico templo del terror que se esconde tras ella en menos de un metro cuadrado. Menos de un metro cuadrado de dolor, miedo y horror sublimado.
La desvencijada puerta está coronada por el caparazón vacío de una tortuga atropellada, una carcasa abombada y pardusca, extraño elemento decorativo que señal el lugar inequívocamente con la marca de la muerte y el estigma del sufrimiento.




En el interior, tras una espesa cortina hedionda tan densa que se puede palpar: vapores del infernales que se condensan en las paredes formando chorretones pestilentes, se halla una sórdida taza, oscuro altar que comunica directamente con el averno, un abismo de maldad, pozo de infinita agonía. Sólo un loco o un estúpido osaría mirar al interior del altar oscuro, y semejante visión, aún de reojo, bastarían para hacer enloquecer al más cuerdo. Simplemente el intuir que algo así existe inspiraba las pesadillas de Goya, sus monstruos del sueño de la razón, Saturno devorando a sus hijos, aterradores delirios Lovecraftnianos de dioses antiguos y fuerzas indescriptibles. El animal ouróboro, que se enrosca devorándose a sí mismo. El Mal Primordial.




Y si miramos fijamente al abismo, el abismo nos devuelve la mirada.




En el fondo, la oscuridad absoluta. Si aún somos tan osados como para desafiarla enfocando una linterna, una visión que hiela la sangre, la sobrecogedora sensación de que hay algo ahí abajo: miles de larvas retorciendose en una grotesca y convulsa orgía de heces, una masa palpitante desafiando la realidad y la razón, el mundo de las tinieblas, una sopa primigenia de mierda ancestral.
Y mientras miramos, la náusea, el viento caliente e irre
spirable de la cripta impregnando nuestra piel y nuestra ropa.
Algunas de las larvas consiguen trepar a través del inmundo tubo, pupando justo al borde, de donde emergen unas moscas repugnantes, hinchadas y hediondas. Vuelan dificultosamente, como con sobrepeso, posándose continuamente. Son lo más parecido a pegotitos de mierda voladores. Estoy seguro de que al aplastarlas (aunque no he querido comprobado por asco) estallan salpicando en todas direcciones y dejando una notoria mancha marrón y pestilente en la pared.
Putrefactos emisarios del mal, estos isectos-zombie a veces se autoinmolan en la lámpara de queroseno produciendo brillantes llamaradas debidas al metano, sacrificando su miserable existencia al fuego purificador en tributo a sus crueles dioses.




Dicen los nativos que después de medianoche, la criatura de la letrina se arrastra fuera de su cubil y vaga por la selva para alimentarse, este monstruo abyecto, gólgota de mil tentáculos, amorfa masa semisólida y viviente, devorando el cuerpo y el alma de sus víctimas. "Nunca vayas al baño después de media noche" me advirtieron cuando llegué.
La semana pasada intentaron acabar con él. La fosa (notar que no digo séptica: fosa a secas) había sobrepasado su límite (el límite es cuando salpica, literalmente, pero en esta ocasión, el estado semisólido afortunadamente lo impedía, pero ha habido gente que ha experimentado la salpicadura en su propia carne... la quemadura fría de la que hablaba William Burroughs...) y trataron de vaciarlo. Grandes bombas de succión y contenedores especiales llegaron al refugio. No puedo describir con palabras lo que allí ocurrió (porque no estaba, principalmente), sólo las consecuencias... manchas de un producto químico azul derramadas por doquier, un veneno altamente tóxico y desinfectante, aparentemente mezcla de amoníaco, lejía y otros químicos, que la misma botella anunciaba con una gran calavera con dos tibias.
La lucha debió ser espantosa, al parecer tras bombear fuera a la criatura, esta se revolvió, derribando una de las barandillas del refugio. Había multitud de huellas en la hierba que no supe descifrar, algunas sugerían el arrastre de algo pesado. La letrina apareció toda teñida de azul y el olor del desinfectante se me hizo extraño, pero... había algo tras ese olor, la esencia de la criatura permanecía.
Haciendo de tripas corazón y confiando en que el desayuno de hacía 5 horas estuviera digerido, me asomé temeroso al borde del abismo... algo mermada, y teñido de azul, la criatura seguía ahí, y sus apéndices vermiformes seguían retorciéndose impasibles en su macabra danza, totalmente inmunes a la toxicidad del veneno. Tal vez no se pueda matar lo que no está vivo. Definitivamente, sólo habían cortado la cabeza a la hidra escatológica.