Saturday, August 04, 2007

The jungle never sleeps o el día que me aburría y no me fui a la cama

La selva nunca duerme. Nunca. -Dicho popular

I never sleep. Sleep gives you cancer. -Neil, The Young ones


Era verano. El vibrante zumbido de miles de élitros estridulantes otorgaba una chirriante tensión al aire caliente de la noche, amortiguando el fluir interminable del adelgazado río. La oscuridad era rasgada por lúgubres cantos de lóbregas aves nocturnas, por los espectrales fogonazos de las luciérnagas y el ulular de los Aotus, los monos lechuza de grandes ojos vigilantes y de los extraños kinkajous, tímidos mapaches con aspecto de monos. La naturaleza sobrenatural se manifiesta por la noche.
M. se revolvía en la cama. No debería haber bebido tanto té antes de acostarse. Maldita manía de M. A. de preparar el té por litros en vez
de por tazas. La idea de bajar a oscuras las crujientes escaleras, agarrándose cuidadosamente al pasamanos donde suelen hacer noche tarántulas y escorpiones no le resultaba tentadora.
Con los ojos desenfocados por la somnolencia, vería fugazmente furtivas sombras escurriéndose hacia los rincones, deslizarse por las ranuras, deslumbradas por la tenue luz azulada de su frontal. Vería en la distancia el brillo característico de los ojos de las arañas. Escucharía a las zarigüeyas
revolver en la cocina. Tal vez un sapo se apartara a saltos de su tambaleante camino. Y lo peor de todo, adentrarse en la sofocante pestilencia de la letrina del terror, donde debería soportar "esa" presencia una vez más. El percibir esa conciencia consciente, peligrosa y siniestra, una silueta de escualo bajo las aguas, una serpiente retorciéndose bajo las sábanas. La letrina del terror. La puerta del miedo.
Consultó el re
loj. Eran las dos de la madrugada, la hora de los perdidos, cuando salen las serpientes. Con una expresión de fastidio (shit!) , supo al instante que debería sortear las vívoras del camino y realizar sus necesidades en el puente. Nadie entra en la letrina después de media noche.

No podía dormir, pero no podía pensar en otra cosa. Se incorporó suspirando y se puso las chanclas.
Bajó los crujientes escalones. Se agarró con precaución al pasamanos. El brillo de los ojos de las arañas. Las criaturas buscando los rincones.

Cuando la tenue luz azulada de su frontal iluminó la cocina, no fueron zarigüeyas lo que encontró. Fueron los ojos de M.A. mirándola fijamente, sin pestañear a pesar de la tenue luz azulada de su frontal.
What the fuck! ¿qué haces aquí sentado a oscuras a estas horas? -preguntó, algo irritada por haberse asustado. El rostro de M. A. permanecía sereno e imperturbable, sin revelar emoción alguna.
Esperar a que ocurra algo -dijo tranquilamente, como si fuera algo obvio o incluso razonable. M. resopló. No estaba para acertijos a esas horas. Se encaminó cuidadosamente hacia e
l puente.

Una hoja de Cecropia le hizo dar un respingo. Tenía la misma forma que una Fer de Lance (Bothops asper) enroscada. Llegó al puente. Una fila de hormigas cortadoras de hojas seguía su interminable procesión en silencio. Procuró no acercarse para evitar sus dolorosos mordiscos. Un amblipígido acechaba en las sombras a las incautas, pero sin decidirse a atacar, palpando el aire con sus largos apéndices. Una diminuta rana martillito (Eleuterodactylus diastema) la miraba sin verla, deslumbrada por la tenue luz azulada de su frontal. Un murciélago pasó volando. Algún pájaro gritaba en la distancia. Sonaba como un lamento.

El ave de voz melancólica le hizo recordar la leyenda de la Tulivieja, y como recorría los ríos buscando al hijo que había ahogado, mientras gritaba tristemente "voy... voy...". M. se preguntó si todas las leyendas de la selva tendrían su base en algún pájaro de voz perturbadoramente humana y si la Tulivieja no sería más que un chotacabras de ribera. Sin embargo, sola como estaba en el puente, en medio de la oscuridad solo rasgada por los fogonazos de las luciérnagas, por la tenue luz azulada de su frontal y algunas fosforescencias extrañas que no sabría identificar, pensó que sólo se puede ser escéptico a la luz del sol. Se encaminó de nuevo a la cabaña. M. A. seguía ahí. Freaking freak. Puto colgado. Aún así, se le había pasado el sueño, así que decidió sentarse un rato.
"Hola otra vez". "Hola".
No se estaba mal del todo. Apagó la tenue luz azulada de su frontal al tiempo que un enorme sapo marino (Bufo marinus) daba un pesado salto para esconderse tras el congelador, repleto por la última remesa de ratas congeladas.

La oscuridad lo invadía todo. La "Selva" era una presencia tan tangible y sólida como un bloque de granito. Desde el borde de la cocina se podía ver alguna estrella apuñalando el tapiz de ramas y hojas que conformaba el único cielo concebible en la selva. "Se ha quedado buena noche" -dijo M. A.
"Sí" -c
ontestó M. Y aunque no podía verlo en la oscuridad de la cocina, le dio la impresión de que sonreía. La conversación continuó con grandes pausas entre frase y frase. En la negrura de la cocina, le parecía estar hablando consigo misma o con su conciencia. No hablaron de mucho pero se llenaban de selva y de noche. Al cabo de media hora, M. se despidió entre bostezos.

Cuando se levantó a la mañana siguiente, M. A. estaba desayunando. No podría decir si se había ido a dormir o no: el único momento del día en que parecía soñoliento era por la mañana, independientemente de a la hora a la que se levantara, como si fuera su hora natural de dormir, lo que sus biorritmos le exigían.


Ese día no parecía más cansado que otros. Observó como rebañaba los últimos granos de arroz frío con curri de su media totuma que le servía de plato, cazo y casco. M. A. se dio cuenta de que lo miraba y le mostró orgullosamente la totuma vacía mientras decía "¡sobras frías, el desayuno de los campeones!". Se golpeó su dilatado vientre dos veces y alzó el recipiente sobre su cabeza mientras gritaba triunfal. Lo hacía siempre que se enfrentaba a una exagerada cantidad de comida, como si se tratara de su Everest personal.

M. no sabía mucho de la postguerra española, sospechaba que habría afectado a varias genereaciones atrás, con escaséz, miserias y hambrunas. Acaso a los padres o abuelos de M. A., en nigún caso directamente a él. Pero había algo en el evitar tirar la comida a toda costa, algo casi ridículo que le recordaba a los refugiados que aparecían en las noticias. Incluso aquellas horribles galletas que le habían comentado varias personas "las llamaba las galletas masculinas, galletas hechas por hombres y para hombres" en el tiempo en que no había mujeres en la cabaña. "Ni siquiera eran dulces, estaban quemadas y tenían la consistencia de madera. De hecho arañaban la madera". Al parecer las había hecho con pocos ingredientes: agua, harina y azúcar, y se las había acabado comiendo todas.
Sin embargo, había una excepción a esta regla: los Sacrificios. A veces, sin razón aparente, guardaba la más jugosa de las galletas, o el más apetecible de los patacones para los Grandes Dioses de la Selva, esos seres imaginarios a los que tanta atención prestaba.
Era cómico ver la devoción que les profesaba, aunque había momentos en que le parecía que estaba llevando la broma demasiado lejos, como cada vez que restregaba su sangre en la boca de las máscaras rituales si se cortaba accidentalmente. Daba miedo pensar que podría acabar creyéndose su propia mentira.
Tal vez ese era el problema, no se podía decir cuándo estaba en broma y cuándo en serio, dónde acababa el chiste y empezaba la locura. Tal vez fuera parte de las dos, o tal vez todo lo contrario. En fin, la mañaba acababa de empezar, tenían trabajo que hacer. Ya pensaría en eso más tarde. Había águilas que encontrar.

Dramatis personae:

1) Otro homóptero fricador. Este grandecito y con ocelos al desplegar las alas. Daba saltos y volaba. (Algún día buscaré el nombre)

2) Aotus, el mono lechuza (foto fusilada de internet, pero algo modificada).

3) Kinkajou (Potos flavus, foto también fusilada).

4) Fluffy, el opossum de cuatro ojos que nos visitaba por la noche.

5) Bufo marinus, el gran sapo marino con cara de pocos amigos que vivía detrás de la nevera.

6) La Tulivieja (foto fusilada del Exorcismo de Emily Rose y modificada)

7) Rana martillito (Eleuterodactylus diastema)

9) Dios Arpía de la Jungla

10) M. y M. A. el día que teníamos que decidir quién descansaba. Cabe destacar los detalles como la pústula de leishmaniasis del brazo o los pantalones hechos jirones.

Monday, June 04, 2007

Mañana de domingo o el día que puse la lavadora

Era temprano aquella mañana de domingo. Las calles y los canales estaban desiertas salvo por las dos mil personas que posaban desnudas para el polémico artista Spencer Tunick, que tras un megáfono daba instrucciones sobre cómo debían colocarse los modelos. Era una mañana soleada, y el refu yacía enroscado en su blanca cama, medio tapado con su blanco edredon, tratando de conciliar un sueño ligero huidizo. Cuando al fin se despertó del todo y decidió levantarse, ya era mediodía. Abrió lentamente los legañosos ojos, se estiró en la cama y dio unas cuantas vueltas más, y al final se incorporó.

Esa mañana en la más sórdida esquina de la ciudad, una licuadora Moulinex, casi nueva, esperaba ser encontrada.

Se entretuvo viendo la televisión un rato. Siempre lo mismo, un día tendría que probar a sacarla del armario y enchufarla. Decidió probar algo más animado. Algo triste por dejar escapar un record una vez más, recogió toda la ropa sucia de los cajones, las esquinas y el sofá, y puso la lavadora por primera vez desde su llegada.

Mientras bebía lentamente un delicioso té verde con flores de "Osmanthus" de una jarra de casi un litro de capacidad, reflexionó, hipnotizado por las interminables vueltas de la lavadora sobre cómo aquel momento había sido posible. Sus pensamientos parecían girar con la ropa. Sonrió al recordar que tanto el té, como la jarra, como el hervidor de agua, como la lavadora, procedían de la basura.

Prelavado y reflexiones sobre el reciclaje y la reducción de resíduos. Hemos llegado a un punto donde el coste de la producción y el transporte es tan bajo que es preferible comprar algo nuevo a repararlo. ¿Qué hay del coste ambiental? ¿De dónde viene el plástico? ¿A dónde va?

Primeras vueltas del lavado normal y reflexiones sobre la sociedad de consumo y la destrucción del mundo. Algo deprimido, masticó de nuevo la idea de que el fin del mundo no sería un apocalipsis espectacular de fuegos artificiales, azufre, y música tecno radioactiva. El fin llegará dulcemente en forma de hastío, adormecidos y drogados en nuestro propio y confortable mundo. Más allá de la cúpula del trueno, Mad Max no tiene nada por lo que luchar.

Un calcetín amarillo quedó atrapado en la portezuela mientras todo giraba detrás, reflexiones sobre la vida y sus devenires, sus idas y sus venidas.

El calcetín se liberó y continuó girando, somos como hojas secas en el río, sin apenas conciencia del resto, fijándonos solo en nosotros mismos y nuestra errática trayectoria. Nuestras acciones son más fruto de la rutina que de la razón, la inercia de los días se hace imparable.

Visión de un calzoncillo arrugado mientras viene una segunda carga de agua: los horrores del mundo. Nuestro propio egoísmo, las malas pasiones, odios absurdos, frustraciones, engaños, el veneno del alma, el mal sin nombre, fuerzas oscuras, criaturas de las sombras, los que respiran en la oscuridad, la Letrina del Terror. No pudo evitar acariciarse la cicatriz del brazo, un gesto supersticioso e inconsciente para apaciguar a los Grandes Dioses de la Selva, para ahuyentar las sombras.

Segunda fase del lavado normal, la horrible visión desapareció, engullida por unos pantalones y una camiseta azul celeste. Aunque tratemos de ignorarlo, los calzoncillos del mundo están ahí, aunque no los veamos.

Llegó el centrifugado. Gritos de excitación, la lavadora agitaba enloquecida. Por un momento solo observó la lavadora entusiasmado, luego, conciencia de que otro mundo es posible. Tal vez quede esperanza en algún sitio.

Decidió salir a la calle, pero cambió de idea al recordar que debía tender la ropa. Mientras extiendía sus pertenencias por la barandilla de la ventana en la brillante luz del mediodía, sonó el timbre.

Un cuarto de hora después, llamas de un metro de altura brotaban de la sartén donde freía unos tomates para comer con G. Las puertas del infierno se habían abierto en aquella cocina y amenazaban con consumirlo todo. Un rojo resplandor iluminaba sus rostros desconcertados. Pensamientos fugaces. El refu desechó rápidamente la idea inicial de apagarlo con agua (fuego-con-aceite agua-muy-mala), e intentó buscar un trapo. G. retiró la sartén del fuego, achicharrándose los pelos de la mano. El mango estaba muy caliente, y tuvo que dejar caer la sartén al suelo. La sartén rebotó dos veces y se dio la vuelta. El fuego se apagó por la falta de aire y pegotes de aceite refrito mancillaron el suelo para siempre. Entonces, para sorpresa de G., el refu empezó a reir a carcajadas, mientras gritaba "¡flambeado!, ¡flambeado!".

Esa noche, al volver de su excursión al centro con G., lavó la licuadora recién encontrada. ¿La había encontrado él o ella le había encontrado?. No parecía muy usada. Decidió preparar su primera cena líquida. Un batido. Añadió zanahoria, manzana, tomate, nectarina, leche, yogurt y puso el cacharro en la posición "pulse". Los vegetales comenzaron a girar y a trocearse mientras el aparato zumbaba. El resultado, una ignominosa papilla rosada le pareció satisfactorio. Al día siguiente, compraría más frutas y verduras. Fue el comienzo de su vida como fluidófago.

Foto 1:
1) Típico canal de Ámsterdam, son su típico puente y su típica agua verde-marronácea,
2) Típico barquito de Ámsterdam.
3) Típico arbolito de Ámsterdam, de tronco enverdecido por el verde verdín.
4) Típica bicicleta de Ámsterdam, muy alta, negra, oxidada, con una única marcha y que sólo frena si pedaleas hacia atrás.
5) Típica gente haciendo cosas raras en Ámsterdam (en este caso, posando desnudos).
6) Típico edificio de ladrillo de Ámsterdam.
7) Típica ventana sin persianas ni cortinas de Ámsterdam, costumbre calvinista que dice que si no tienes nada que ocultar, no debes usar cortinas o algo así.

Foto 2: dramatización del incendio en la sartén.

Foto 3: mi modelo de licuadora.

Sunday, June 03, 2007

Estación seca o el día que dejó de llover. Mosquitos, garrapatas y otras gentes de mal vivir.

El las zonas templadas, los días se van haciendo cada vez más largos al llegar el verano, la temperatura aumenta, brotan las flores y los pajaritos cantan. Al llegar el invierno, la temperatura va bajando lentamente, el clima empeora, se caen las hojas y los pajaritos dejan de cantar. Tenemos que decidir unos días al año que marquen el paso de las estaciones, independientemente de la temperatura. En la selva, por el contrario, sólo hay dos estaciones, la seca y la húmeda. No hay un día exacto que marque la fecha de este tránsito. Simplemente un día, deja de llover. Es un cambio súbito, una abrupta y sorprendente discontinuidad. Y aunque parezca mentira, el paisaje se transforma. Los tábanos dan paso a mosquitos y garrapatas. Florecen otros árboles, el aire huele distinto, se ven más reptiles. Las crías de caimán nadan río arriba.

Sobre los mosquitos:

Es el momento en el que nubes de mosquitos emergen de las aguas estancadas que deja el temporal, barrizales donde se puede escuchar en la distancia el batir de minúsculas alas sedientas de sangre. El zumbido del mal.

Pitido agudo en el oído mientras con una mano se sostiene la antena y con la otra el equipo de telemetría. Intento de manotazo sujetando por un momento la antena con el cuello. El mosquito se aleja zumbando y la antena se cae aparatosamente al suelo. Se me ponen rojitas las orejas por el golpe, lo que atrae a cinco mosquitos más. La irritabilidad aumenta, dando lugar a diferentes estados de enajenación. Llegan más mosquitos, la señal es confusa. Comienza el efecto túnel, la consciencia se altera. Se pierden matices y todo se vuelve blanco o negro, el bien o el mal. Ahora sólo existe una forma de hacer las cosas. Por las bravas. Es la maldición de los demonios de la selva. Ni repelentes ni mangas largas ni agua bedita.

Record oficial: M. (foto)

110 picaduras brazo derecho
101 picaduras brazo izquierdo

Segunda posición: yo

188 picaduras brazo derecho
168 picaduras brazo izquierdo
131 picaduras cara, cuello y espalda


¿Por qué segunda posición? Porque a M. le picaron a demás dos hormigas bala (mucha pupa). Y aunque esas hormigas duelen mucho mucho mucho, y te pueden mandar al hospital sin pasar por la casilla de salida y cobrar los 200.000, afirma que gustosa habría aceptado otra picadura de hormiga a cambio de 100 mosquitos menos.


Sobre las garrapatas:

Disponibles en tres tamaños: minúsculo, pequeño y XL (¿qué paso con el mediano? Se lo comió el XL).

Minúsculas: son difíciles de ver (aunque se las nota caminar) y tan abundantes que pueden formar una mancha negra en la piel o en la ropa formada por cientos de individuos, que hay que quitar rascándose. Tienen predilección por los tobillos e ingles, pero a veces se las encuentra en zonas insólitas como entre los dedos de los pies, en el repliegue del párpado, en la axila, en la uretra...

Pequeñas: menos frecuentes que las anteriores, predilección por la cintura y piernas.

XL: poco frecuentes. Predilección por la cintura. Pican a través de la ropa y al quitarlas arrancan un trocito de piel.


El acicalamiento social (en inglés "allo-gooming"): se desarrolla una tendencia inconsciente a buscar garrapatas en la piel propia y ajena, y es parte de la conducta social de los voluntarios el desparasitarse mutuamente. Este "acicalamiento social" refuerza los vínculos sociales y familiares, así como la cohesión y jerarquía del grupo.

Record oficial: A.
249 garrapatas.

Segunda posición: A.
129 garrapatas.

Sobre los caimanes Caiman crocodilus:

No son tan grandes como los cocodrilos americanos que viven en el lago (Crocodylus acutus). Los que viven y toman el sol cerca de la cabaña suelen ser crías. No pican pero muerden. Y al morder, retuercen y giran sobre sí mismos para arrancar trocitos. Aun así, los verdaderos monstruos a los que temer son microscópicos.


La foto de la estación seca

1) Calcetines secándose al sol (posiblemente míos, los dejaba secando, luego se me olvidaban y me ponía otros).
2) Bidón metálico donde almacenábamos agua potabilizada de un arroyuelo cuando el río estaba demasiado turbio para bombear.
3) Hoja seca (aquel que diga que no es necesario repetir un trabajo bien hecho es que nunca barrió hojas secas).
4) Bota de goma en una posición incorrecta (favorece que se llene de arañas y escorpiones y no permite el drenaje del agua y el sudor).

5) Sandalias Decathlon encontradas en el valle de Ordesa y que han sido posiblemente las mejores que he tenido en mi vida (ahora que lo pienso... ¿dónde están? ¿no me las habrá tirado mi madre?).
6) Trenza antienganchones.
7) Leishmaniasis y picaduras de mosquito en el brazo contadas ante notario con rotulador para evitar contar dos veces las mismas. La mayoría estaban en la cara interna del brazo y no se aprecian.
8) Toalla "blanca" encontrada debajo de una cama y que adopté como propia.
9) Intento de reloj de sol: cuando la sombra del tejado se situaba entre las dos tiras de cinta aislante, eran las 13 horas.
10) Máscara ritual para los sacrificios a los Grandes Dioses de la Selva. Nótese ligeras manchas de sangre en la boca a modo de ofrendas (difíciles de ver en esta foto).

Saturday, May 05, 2007

El color blanco o instrucciones para volverse loco









A eso de las 5:45 de la mañana l
a prístina y blanca luz de la alborada entra a través de mis blancas cortinas, casi transparentes. Se refleja en todas las blancas paredes de mi cuarto, e incide en el blanco de mis ojos, abrasándolos en el sueño (sigo durmiendo con los ojos abiertos).
Me envuelvo en mis blancas sábanas y me tapo con el edredón blanco mientras hundo la cabeza en mi blanca almohada.
Abriendo la blanca puerta de mi cuarto y lavándome la cara en el blanco fregadero, me protejo con las gafas de sol y pedaleo semiconsciente hasta el departamento, donde blancas y vacías paredes reciben de nuevo.

El otro día soñé, bendita ilusión, con un lugar en las blancas nubes, un níveo mundo de vapor de agua, un universo evanescente.
Los pilotos habían saltado del avión y R. y yo caminábamos por las nubes más densas, con cuidado de no hundirnos. Teníamos que movernos casi de contínuo, pues al estar en el mismo sitio, nos hundíamos poco a poco en las nubes y acabábamos cayendo a tierra. También había que tener cuidado con las zonas menos densas.
En algunos lugares, algunas semillas arrastradas por el viento habían germinado debido a la humedad del aire, dando lugar a árboles anclados con extensos sistemas radiculares para sostenerlos en un sustrato tan volátil.


El lugar era de una pureza indescriptible, un cuadro minimalista y luminoso de blanco
y celeste.
Oscurecía, la niebla comenzaba a extenderse, había más árboles y dos barquitos verdes con los que deslizarse por las nubes. Apenas los usamos. En un claro de niebla se veía tierra firme, la cima de una montaña.
Y al despertar, volví a estar en mi blanca habitación con esa blanca luz del sol que, tras atravesar las blancas cortinas y rebotar en las blancas paredes, incidía en mis ojos, abrasándolos.

P.D.: Sí, mi sueño parecía un anuncio de compresas.

Wednesday, April 25, 2007

¿Y ahora qué? Cuando las cosas van mal, siempre pueden ir peor. Sin vuelo, sin pasaporte, y con leishmaniasis.

1) Sin vuelo
Air Madrid suspendió sus actividades el viernes 15 diciembre de 2006, dejando en tierra a cientos de miles de afectados. Yo estaba entre ellos. He aquí mi historia.

Llamada al mostrador de AirMadrid en el aeropuerto de Tocúmen: suenan tonos... se oye al rato una voz al otro extremo del hilo telefónico. "¿Diga?"
- Hola, llamaba para informarme del asunto de AirMadrid, tengo un billete de vuelta para el día...
- No, lo siento, no le puedo ayudar, yo no trabajo para AirMadrid, yo soy de limpiesa del aeropuerto, pero el teléfono del mostrador no paraba de sonar y lo cogí para informarle: aquí no hay nadie, lleva sin haber nadie desde hase días.
- ¿Y qué puedo hacer entonces?.
- Pues no lo sé, pruebe a llamar al #1, allá le podrán desir algo.
- Muchas gracias.
- Para servirle.

(Varias horas después, llegando al teléfono #18...)

- Hola, buenas, ¿es ahí la sede central de los afectados por AirMadrid, en Barcelona?.
- Sí.
- Hola, llamaba porque estoy en Panamá, y tengo billete de vuelta para...
- Ya, ya, no podemos hacer nada, estamos recibiendo muchas quejas de afectados. Mira en la página web www.afectados.org, y mándanos un e-mail para inscribirte, y te mandaremos información.
- Ya lo he hecho, es que mi vuelo de vuelta era para el 26 de Febrero, y quería saber qué puedo hacer, cuáles son mis opciones, porque estoy trabajando de voluntario en la selva y sólo estoy fuera unos días.
- ¿Opciones?.
-Sí.
- Hay otras compañías aéreas están transladando a los afectados con billetes de regreso antes del 15 del 1 de Febrero...
- Mi billete es para el día 26 de Febrero.
- Entonces no puedes hacer nada.
- ¿Cómo nada?
- Nada, puedes esperar, si otra compañía absorbe a AirMadrid podrías viajar con tu billete original, o puedes comprar un billete en otra compañía y poner una demanda en el juzgado número 5 de Madrid, antes del proceso de los afectados y recuperar el dinero más una indemnización económica.
- Pero, ¿hay alguna compañía que vaya a absorber a AirMadrid?
- No lo sé.
- ¿Entonces qué hago? Cuanto más espere, más caros estarán los vuelos.
- En eso no puedo ayudarle. ¿Alguna pregunta más?
- No, muchas gracias.

Varias semanas más tarde, la Línea aérea española Air Plus Comet, segunda en peligrosidad, retrasos y demandas después de AirMadrid, se hace cargo de los destinos transatlánticos de la compañía desaparecida. Ofrece la posibilidad a los afectados por AirMadrid de utilizar su billete anterior con un cargo extra de 200 euros. El trayecto Panamá Madrid será cubierto a partir del 1 de abril. Una vez más, me quedo fuera. Sólo quedan dos opciones: sacarme un billete o pedir que me deporten...


2) Sin pasaporteAeropuerto de Albrook, Ciudad de Panamá, todavía con un oído taponado por el aterrizaje y ligeramente mareado, me conducen a mí y a M. un despacho con dos escritorios, un ordenador y multitud de papeles desordenados. Dos operarios, un hombre y una mujer, examinan mi pasaporte, donde horas antes en Bocas del Toro un agente de aduana con problemas de dicción que contaba con los dedos grapó un papel en el que decía "cello vensido". El hombre, tras realizar una llamada, comienza a hablarme:

- Español.
- ¿Qué? Perdón, es que tengo un oído algo taponado.
- ESPAÑOL.
- Sí.
- Vaya barba.
- Sí.
- ¿Cuánto tiempo llevas con ella?
- Pues... 2 años y unos 9 meses.
- ¿No te molesta?
- Pues no, de echo así no me pican los mosquitos en la cara. Pero mis amigos y familiares están en su contra. Creo que hay alguno que me la quiere cortar mientras duermo...
- Pues no sé por qué, a mí me gusta -intervino la mujer-.
- ¡Gracias!
- No, en serio, me gusta, no dejes que te la corten.
- Vale.

- M. A., ¿no? -preguntó el hombre-
- Sí.
- Vaya, yo también me llamo M. A.
- Y es gracioso, porque mi padre se llama igual que yo -dije-.
- Mi padre también se llama M. A.
(Risas de sorpresa provocadas por la coincidencia)
- ¡Podíamos ir a comer un día los cuatro!

Llega un niño de unos 7 años y se abraza a la mujer. Pregunta cuándo se van. Se dedica a jugar con el material de oficina. Llama su atención la grapadora. Conocedor de los peligros de semejante e infernal artilugio, me dedico a mostrarle las interminables virtudes de la perforadora de papel. El niño, encantado, me sigue el juego. Comienza a perforar algunos documentos. Su madre (supuesta madre) le da papeles en blanco de la impresora. Le muestro como utilizar los huecos como plantilla y dibujar la silueta del ratón Mickey. M. me mira algo cansada y sonríe. Le digo que se puede ir si quiere, pero prefiere esperar.

- ¿Y tu novia de donde es?
- No es mi novia, somos compañeros de trabajo. Es de Estados Unidos.
- De Estados Unidos. Ah. ¿Y qué hases en Panamá?
- Estoy trabajando de voluntario en el parque Soberanía, con un proyecto de liberación de águilas arpías, bla bla bla.

- Mejor no digas que estás trabajando. Tu visa expiró hace un mes, y tienes que renovarla. A demás, tienes que haserte una tarjeta seleste para usarla junto con tu pasaporte, pero para los que están trabajando les cuesta más dinero.
- Bueno, trabajando... en realidad nos dan lo justo para la comida.
- Ya, pero mejor no lo digas, dí que estás viajando y no te diste cuenta de renovar la visa.
- El problema es que mi billete de vuelta es con AirMadrid, que ya no existe.
- ¿Viajaste con AirMadrid?
- Sí
- Pues eso dilo también, pero recuerda, no digas que estás trabajando, si no son 30 balboas más a pagar en la oficina de migración. (Me imagino la escena en migración: "estoy trabajando en... ¡no, no no! viajando, quería decir viajando")

Finalmente, reciben la llamada que estábamos esperando. Por lo que pude deducir (porque lo dijeron abiertamente), su supervisor es un trepa y quería ganarse al director o jefe o lo que fuera, y si lo llegan a saber, no lo hubieran llamado.

- Lo siento, papi, pero si lo llegamos a saber no lo hubiéramos llamado, ahora te tenemos que confiscar el pasaporte -dijo S., la mujer-
- (¿Porqué me llaman papi siempre que me van hacer algo malo?) Ya, y ¿cuándo podré recogerlo?, porque mañana a primera hora entro de nuevo a la selva.
- Pues tienes que recogerlo en un plazo de 48 horas, mientras tendrás que utilizar éste papel que le vamos a hacer.

Intentan imprimir el certificado. Problemas de impresión. Llaman por teléfono para pedir ayuda. No sive de nada. Se plantean hacérmelo a mano. Llaman de nuevo al supervisor para buscar una alternativa a retirarme el pasaporte. Ya que me van a quitar el pasaporte de todas formas, prefiero tener un papel oficial y no uno a mano, así que decido echarles una mano con el ordenador. Y para sorpresa de todos (incluída la mía), el ordenador imprimió.

3) Con leishmaniasis
Al día siguiente de quedarme sin pasaporte, acudí al Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios en Salud para realizarme la "prueba de Montenegro" para averiguar si la horrible pústula de mi brazo derecho era leishmaniasis o no.
Al día siguiente en el mismo lugar, el gallo cantó 3 veces y me dieron los resultados (que yo me pregunto... ¿qué demonios hacía un gallo en el laboratorio de un hospital? supongo que es el encanto de centroamérica). Prueba de Montenegro, POSITIVA. Leishmaniasis cutánea, el protozoo devorador de carne.
¿Y ahora qué? Pues ahora a recoger el pasaporte, 3 horas en el departamento de Investigación de la Oficina de Migración, una especie de comisaría con su mini-calabozo con alegres convictos cantando todo el tiempo (la verdad es que sólo cantaba uno, pero cantaba mucho, y yo me preguntaba, ¿por qué canta si está entre rejas?).
Mientras esperaba, un tipo me dijo que luego de hacerme esperar,me pondrían en el calabozo "primero te sientan aquí, y luego te ponen allí". Me llamaron. Ví al "señor comisario". En su despacho había pegatinas contra la corrupción, con un dibujo de una manzana. Y pilas de papeles desordenados. Sonó el teléfono. Me dieron un papel. Lo llevé a otro sitio. Di mis datos. Me dieron otro papel. Lo llevé a otro sitio. Pagué. Me dieron otro papel... Al final recuperé el pasaporte. Por suerte sólo fueron 3 horas, al parecer podrían haber sido 3 días, 3 meses o 3 semanas. Es la magia de centroamérica.

Friday, April 20, 2007

Mis nuevos juguetes: cambiando el machete por el espectrómetro de masas

He aquí los detalles técnicos que estoy seguro ansiáis conocer:

Equipo de pirólisis: AS-2500, CDS (primera foto)
Equipo de cromatografía gaseosa: 6890, Agilent (segunda foto)
Equipo de espectroscopía de masas: 5973 MSD, Agilent (segunda foto)

Para resumir las bases físicas de los tres instrumentos acoplados en serie y cuarenta años de perfeccionamiento de las técnicas e instrumentos: metes unos tubitos en un sitio, luego caen por otro y en un ordenador te salen unos picos y unas rayas.


Curiosidades:
Los tubitos se rompen con mucha facilidad, y si caen al suelo se vuelven invisibles, da igual lo que los busques, sólo se pueden encontrar pisándolos sin querer.
Los tubos no se pueden tocar con las manos porque si no salen picos raros (ácido hexadecanoico, octodecanico y otras historias). A los fumadores a demás les aparece un pico de nicotina. Como no se pueden tocar con las manos, hay que manipularlos con unas pinzas, lo que aumenta el riesgo de que se rompan o se caigan al suelo y los pises.
Los equipos tienen muchos botones y puedes manipular un montón de condiciones para que los experimentos salgan mejor (o peor).
A pesar de lo que cuestan estos chismes (mucho mucho) si el tubito está algo pegajoso por fuera, se atasca y hay que desmontar. A demás, la rampita para que los tubos caigan al recipiente final no está lo suficientemente inclinada y a veces se acumulan ahí.
La superficie del equipo de pirólisis se calienta mucho y quema si pones la mano, el brazo o la cara. Me estoy planteando utilizarlo para freír algo mientras espero a los resultados.
Ahora utilizamos helio como gas inerte, pero en ocasiones se puede utilizar hidrógeno, con lo que todo puede explotar.

Conclusión:
El equipo de pirólisis-cromatografía gaseosa-espectrómetro de masas mola más que la HPLC porque cuesta más dinero, tiene más botones y es potencialmente peligroso (lo de que sea más preciso, las muestras requieran menor procesamiento y que te proporcione el espectro de masas de cada uno de los picos del cromatograma no tiene nada que ver). A demás, no tienes que reponerle constantementes los solventes.
Aun así, miro con cariño a la HPLC, que yace inerte y apagada, sin hacer sus ruiditos como de respiración asistida. Ésto, junto con el hecho de que hay que cambiarle los solventes, que son como goteros, y los líquidos de deshecho, a veces me daba la sensación de estar cuidando a una ancianita en un hospital. Ojo, que el nuevo cacharro también hace ruiditos, de vez en cuando libera la presión del sistema, y pita, también es simpático.

Thursday, April 12, 2007

Vida y muerte en la selva: Furtivos 1 - Voluntarios 0

Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles, y en las cuevas bullían las camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito.
- Wenceslao Fernández, El Bosque Animado





Las causas de la muerte siguen siendo inciertas. Pero teniendo en cuenta:
1) Que se encontraba muy cerca de los límites del parque.
2) Que tenía sospechosamente una rama encima.
3) Que se encontraba en una zona de unos 50 x 50 metros recientemente macheteada (sólo faltaba el cartelito: "bienvenidos a Furtivolandia").
Pues podemos intuir que los cazadores tuvieron algo que ver con su muerte, o que encontraron el cuerpo y se lo llevaron al campamento porque les hacía gracia la anilla de la pata y el radiotransmisor.

Se llamaba GN (¿quién demonios le pone GN de nombre a un águila?), y para complicar más las cosas, su código, que venía en la anilla de la pata, era GB. Sumado a que otro águila tenía el código GD, pues ya os podéis imaginar el lío. No es de extrañar que a los dos días de su llegada comenzáramos a buscarle otro nombre. Resultó sencillo, de GN, pronunciado en inglés "yi-en" se pasó al abreviado "yin" (gin) y traducido al castellano, Ginebra. El nombre cuajó bastante bien (¿por qué me rodearé de borrachos?), aunque oficialmente se debía a la esposa del Rey Arturo y no a la bebida espiritosa. Junto con, Zih, su compañero (que fue convenientemente apodado Zorro) fueron los padres de la mayoría de las águilas que pululaban por el parque. Su transmisor emitía en la frecuencia 216.101 cada 3 segundos aproximadamente.

Era una de las águilas más grandes, con casi 8 kg (8 kilos de plumas, huesos huecos y sacos aéreos), y fue la que me tocó capturar junto con M. porque estaba enferma (infección digestiva). Por si fuera poco, era esquiva, imprevisible y bastante agresiva. Los consejos del jefe: no os acerquéis ni le déis nunca la espalda, se los comunicó E. (el "responsable" en la selva) por el móvil justo después de que éste se acercara a 2 metros del bicho y se diera la vuelta.

La verdad es que cuando el proyecto empezó, el 90% de las águilas liberadas fueron abatidas a tiros el primer año. Entonces formaron un grupo de educadores que se dediaban a ir por las aldeas explicando que las águilas son buenas (en el sentido absoluto, Manes estaría orgulloso) y que no hay que matarlas. También hacen actividades para los niños y los disfrazan. ¿Y por qué las matan? Pues porque dan miedo. Hay veces que les disparan en el ala y las venden al mercado negro. Al parecer un águila arpía queda monísima en el jardín de una mansión de lujo, entre la piscina y el campo de golf (una de las águilas del centro fue donada por un millonario que la tenía de mascota y se cansó de ella).
Una vez más, capitalismo, globalización, desigualdad social, pérdida de biodiversidad (globalización biológica) y cambio climático. Y por supuesto, el oscurecimiento global, ese gran desconocido. Como dijo un gran poeta, el mundo se va ir a la mierda. Y tú te vas a ir a la mierda con el mundo. ¿Y dónde se va a ir esa mierda? ¡A la mierda!


Nadie está a salvo en la selva. Ni siquiera la Gran Águila, azote de tantas criaturas. Desde el más temible de los mosquitos a la más inocente vívora de pestañas, todo muerde, araña, pincha, salta a la cara, escupe veneno, lanza dardos paralizantes, es urticante o transmite enfermedades. Se hace sobrecogedor pensar en la levedad de la existencia, que los destinos de todos nosotros, pobres criaturas, estén marcados por las turbulentas y caprichosas pasiones de los Dioses de la Selva. Dioses antiguos, oscuros y sedientos de sangre. Sombras siniestras en la noche. Macabros susurros por el día. Y siempre, esos silencios repentinos. La selva entera esperando a que algo acontezca... la selva entera conteniendo la respiración.

En fin, otro hilo que se corta, un tapiz que se deshilacha porque no dejamos de tirar de los hilos. ¿Cuál es el animal más peligroso de la selva? me preguntaba cuando llegué a Panamá. No tardé mucho en encontrarlo. Más bien, él me encontro a mí. De repente, una noche, una criatura peluda y encorvada mirándome amenazadoramente desde el espejo del baño. Me sonrió con una mueca lobuna, una sonrisa sardónica y torcida cargada de odio y burla. Sus ojos fijos y centelleantes me quemaban por dentro. Tuve que apartar la mirada al instante, pero en ese instante lo comprendí todo. Desde entonces, no volví a dormir con el machete bajo la almohada. Excepto una noche, pero eso es otra historia, que será contada en otro momento...