Monday, June 04, 2007

Mañana de domingo o el día que puse la lavadora

Era temprano aquella mañana de domingo. Las calles y los canales estaban desiertas salvo por las dos mil personas que posaban desnudas para el polémico artista Spencer Tunick, que tras un megáfono daba instrucciones sobre cómo debían colocarse los modelos. Era una mañana soleada, y el refu yacía enroscado en su blanca cama, medio tapado con su blanco edredon, tratando de conciliar un sueño ligero huidizo. Cuando al fin se despertó del todo y decidió levantarse, ya era mediodía. Abrió lentamente los legañosos ojos, se estiró en la cama y dio unas cuantas vueltas más, y al final se incorporó.

Esa mañana en la más sórdida esquina de la ciudad, una licuadora Moulinex, casi nueva, esperaba ser encontrada.

Se entretuvo viendo la televisión un rato. Siempre lo mismo, un día tendría que probar a sacarla del armario y enchufarla. Decidió probar algo más animado. Algo triste por dejar escapar un record una vez más, recogió toda la ropa sucia de los cajones, las esquinas y el sofá, y puso la lavadora por primera vez desde su llegada.

Mientras bebía lentamente un delicioso té verde con flores de "Osmanthus" de una jarra de casi un litro de capacidad, reflexionó, hipnotizado por las interminables vueltas de la lavadora sobre cómo aquel momento había sido posible. Sus pensamientos parecían girar con la ropa. Sonrió al recordar que tanto el té, como la jarra, como el hervidor de agua, como la lavadora, procedían de la basura.

Prelavado y reflexiones sobre el reciclaje y la reducción de resíduos. Hemos llegado a un punto donde el coste de la producción y el transporte es tan bajo que es preferible comprar algo nuevo a repararlo. ¿Qué hay del coste ambiental? ¿De dónde viene el plástico? ¿A dónde va?

Primeras vueltas del lavado normal y reflexiones sobre la sociedad de consumo y la destrucción del mundo. Algo deprimido, masticó de nuevo la idea de que el fin del mundo no sería un apocalipsis espectacular de fuegos artificiales, azufre, y música tecno radioactiva. El fin llegará dulcemente en forma de hastío, adormecidos y drogados en nuestro propio y confortable mundo. Más allá de la cúpula del trueno, Mad Max no tiene nada por lo que luchar.

Un calcetín amarillo quedó atrapado en la portezuela mientras todo giraba detrás, reflexiones sobre la vida y sus devenires, sus idas y sus venidas.

El calcetín se liberó y continuó girando, somos como hojas secas en el río, sin apenas conciencia del resto, fijándonos solo en nosotros mismos y nuestra errática trayectoria. Nuestras acciones son más fruto de la rutina que de la razón, la inercia de los días se hace imparable.

Visión de un calzoncillo arrugado mientras viene una segunda carga de agua: los horrores del mundo. Nuestro propio egoísmo, las malas pasiones, odios absurdos, frustraciones, engaños, el veneno del alma, el mal sin nombre, fuerzas oscuras, criaturas de las sombras, los que respiran en la oscuridad, la Letrina del Terror. No pudo evitar acariciarse la cicatriz del brazo, un gesto supersticioso e inconsciente para apaciguar a los Grandes Dioses de la Selva, para ahuyentar las sombras.

Segunda fase del lavado normal, la horrible visión desapareció, engullida por unos pantalones y una camiseta azul celeste. Aunque tratemos de ignorarlo, los calzoncillos del mundo están ahí, aunque no los veamos.

Llegó el centrifugado. Gritos de excitación, la lavadora agitaba enloquecida. Por un momento solo observó la lavadora entusiasmado, luego, conciencia de que otro mundo es posible. Tal vez quede esperanza en algún sitio.

Decidió salir a la calle, pero cambió de idea al recordar que debía tender la ropa. Mientras extiendía sus pertenencias por la barandilla de la ventana en la brillante luz del mediodía, sonó el timbre.

Un cuarto de hora después, llamas de un metro de altura brotaban de la sartén donde freía unos tomates para comer con G. Las puertas del infierno se habían abierto en aquella cocina y amenazaban con consumirlo todo. Un rojo resplandor iluminaba sus rostros desconcertados. Pensamientos fugaces. El refu desechó rápidamente la idea inicial de apagarlo con agua (fuego-con-aceite agua-muy-mala), e intentó buscar un trapo. G. retiró la sartén del fuego, achicharrándose los pelos de la mano. El mango estaba muy caliente, y tuvo que dejar caer la sartén al suelo. La sartén rebotó dos veces y se dio la vuelta. El fuego se apagó por la falta de aire y pegotes de aceite refrito mancillaron el suelo para siempre. Entonces, para sorpresa de G., el refu empezó a reir a carcajadas, mientras gritaba "¡flambeado!, ¡flambeado!".

Esa noche, al volver de su excursión al centro con G., lavó la licuadora recién encontrada. ¿La había encontrado él o ella le había encontrado?. No parecía muy usada. Decidió preparar su primera cena líquida. Un batido. Añadió zanahoria, manzana, tomate, nectarina, leche, yogurt y puso el cacharro en la posición "pulse". Los vegetales comenzaron a girar y a trocearse mientras el aparato zumbaba. El resultado, una ignominosa papilla rosada le pareció satisfactorio. Al día siguiente, compraría más frutas y verduras. Fue el comienzo de su vida como fluidófago.

Foto 1:
1) Típico canal de Ámsterdam, son su típico puente y su típica agua verde-marronácea,
2) Típico barquito de Ámsterdam.
3) Típico arbolito de Ámsterdam, de tronco enverdecido por el verde verdín.
4) Típica bicicleta de Ámsterdam, muy alta, negra, oxidada, con una única marcha y que sólo frena si pedaleas hacia atrás.
5) Típica gente haciendo cosas raras en Ámsterdam (en este caso, posando desnudos).
6) Típico edificio de ladrillo de Ámsterdam.
7) Típica ventana sin persianas ni cortinas de Ámsterdam, costumbre calvinista que dice que si no tienes nada que ocultar, no debes usar cortinas o algo así.

Foto 2: dramatización del incendio en la sartén.

Foto 3: mi modelo de licuadora.

3 comments:

Anonymous said...

Y no tenéis una tapadera o algo así, para la sartén, por lo de quitarle el oxígeno sin hacerla rodar por el suelo, y de un modo menos arriesgado.

El Refu said...

No, no teníamos. La otra opción era soplar, pero eso solo avivaba las llamas.
Groetjes

ysa said...

Te cagas con la dramatización (ya de ponerme a leer me leo más de una, ¿no? Que quién sabe cuánto tiempo pasará hasta que vuelva a darme por aquí... je)