Thursday, April 12, 2007

Vida y muerte en la selva: Furtivos 1 - Voluntarios 0

Y transcurrieron los días. Y los años.
Y vino la Muerte y pasó su esponja por toda la extensión de la fraga y desaparecieron estos seres y las historias de estos seres.
Pero detrás todo retoñaba y revivía, y se erguían otros árboles, y en las cuevas bullían las camadas recientes y la trama del tapiz no se aflojó nunca.
Y allí están con sus luchas y sus amores, con sus tristezas y sus alegrías, que cada cual cree inéditas y como creadas para él, pero que son siempre las mismas, porque la vida nació de un solo grito del Señor y cada vez que se repite no es una nueva Voz la que la ordena, sino el eco que va y vuelve desde el infinito al infinito.
- Wenceslao Fernández, El Bosque Animado





Las causas de la muerte siguen siendo inciertas. Pero teniendo en cuenta:
1) Que se encontraba muy cerca de los límites del parque.
2) Que tenía sospechosamente una rama encima.
3) Que se encontraba en una zona de unos 50 x 50 metros recientemente macheteada (sólo faltaba el cartelito: "bienvenidos a Furtivolandia").
Pues podemos intuir que los cazadores tuvieron algo que ver con su muerte, o que encontraron el cuerpo y se lo llevaron al campamento porque les hacía gracia la anilla de la pata y el radiotransmisor.

Se llamaba GN (¿quién demonios le pone GN de nombre a un águila?), y para complicar más las cosas, su código, que venía en la anilla de la pata, era GB. Sumado a que otro águila tenía el código GD, pues ya os podéis imaginar el lío. No es de extrañar que a los dos días de su llegada comenzáramos a buscarle otro nombre. Resultó sencillo, de GN, pronunciado en inglés "yi-en" se pasó al abreviado "yin" (gin) y traducido al castellano, Ginebra. El nombre cuajó bastante bien (¿por qué me rodearé de borrachos?), aunque oficialmente se debía a la esposa del Rey Arturo y no a la bebida espiritosa. Junto con, Zih, su compañero (que fue convenientemente apodado Zorro) fueron los padres de la mayoría de las águilas que pululaban por el parque. Su transmisor emitía en la frecuencia 216.101 cada 3 segundos aproximadamente.

Era una de las águilas más grandes, con casi 8 kg (8 kilos de plumas, huesos huecos y sacos aéreos), y fue la que me tocó capturar junto con M. porque estaba enferma (infección digestiva). Por si fuera poco, era esquiva, imprevisible y bastante agresiva. Los consejos del jefe: no os acerquéis ni le déis nunca la espalda, se los comunicó E. (el "responsable" en la selva) por el móvil justo después de que éste se acercara a 2 metros del bicho y se diera la vuelta.

La verdad es que cuando el proyecto empezó, el 90% de las águilas liberadas fueron abatidas a tiros el primer año. Entonces formaron un grupo de educadores que se dediaban a ir por las aldeas explicando que las águilas son buenas (en el sentido absoluto, Manes estaría orgulloso) y que no hay que matarlas. También hacen actividades para los niños y los disfrazan. ¿Y por qué las matan? Pues porque dan miedo. Hay veces que les disparan en el ala y las venden al mercado negro. Al parecer un águila arpía queda monísima en el jardín de una mansión de lujo, entre la piscina y el campo de golf (una de las águilas del centro fue donada por un millonario que la tenía de mascota y se cansó de ella).
Una vez más, capitalismo, globalización, desigualdad social, pérdida de biodiversidad (globalización biológica) y cambio climático. Y por supuesto, el oscurecimiento global, ese gran desconocido. Como dijo un gran poeta, el mundo se va ir a la mierda. Y tú te vas a ir a la mierda con el mundo. ¿Y dónde se va a ir esa mierda? ¡A la mierda!


Nadie está a salvo en la selva. Ni siquiera la Gran Águila, azote de tantas criaturas. Desde el más temible de los mosquitos a la más inocente vívora de pestañas, todo muerde, araña, pincha, salta a la cara, escupe veneno, lanza dardos paralizantes, es urticante o transmite enfermedades. Se hace sobrecogedor pensar en la levedad de la existencia, que los destinos de todos nosotros, pobres criaturas, estén marcados por las turbulentas y caprichosas pasiones de los Dioses de la Selva. Dioses antiguos, oscuros y sedientos de sangre. Sombras siniestras en la noche. Macabros susurros por el día. Y siempre, esos silencios repentinos. La selva entera esperando a que algo acontezca... la selva entera conteniendo la respiración.

En fin, otro hilo que se corta, un tapiz que se deshilacha porque no dejamos de tirar de los hilos. ¿Cuál es el animal más peligroso de la selva? me preguntaba cuando llegué a Panamá. No tardé mucho en encontrarlo. Más bien, él me encontro a mí. De repente, una noche, una criatura peluda y encorvada mirándome amenazadoramente desde el espejo del baño. Me sonrió con una mueca lobuna, una sonrisa sardónica y torcida cargada de odio y burla. Sus ojos fijos y centelleantes me quemaban por dentro. Tuve que apartar la mirada al instante, pero en ese instante lo comprendí todo. Desde entonces, no volví a dormir con el machete bajo la almohada. Excepto una noche, pero eso es otra historia, que será contada en otro momento...

1 comment:

Phaethornis superciliosus said...

Me encanta M. A. esta super original, sobre todo por mencionarme al haber sido la acredora al recor en garrapatas jajajaja me has hecho reir mucho y al mismo tiempo llorar un poco mientras que recordaba aqellos tiempos felices a pesar de todas las incomodidades de la jungla...siendo libres...